Y de la noche sales, como cada una de las anteriores noches durante una semana. Te espero como siempre en esa banca del parque a la luz de la única farola que funciona. Enciendo un cigarro y te veo venir con ese paso delicado, con tu larga falda ondeando a causa del aire y tus ojos grandes, de gato, que a la tímida luz de la farola parecieran de un color negro. No se si así sean tus ojos, nunca los he visto a la luz del día.
Ahora que recuerdo lo de tus ojos me pregunto por qué no verte a la luz del día y tal vez sea por que en la noche es más emocionante, la noche tiene algo mágico que hace que las personas saquen a flote lo que verdaderamente son y tú…tú tienes ese toque mágico de la noche, como el de un gato negro que cautiva a los ojos cuando hay luna llena.
Llegas a donde estoy y te ofrezco un cigarro y lumbre. Te enciendo el cigarro y lanzas el humo por la nariz con ese estilo tan peculiar que tienes para fumar. Tenías pose para ello, poses que te hacen superior a todos. Mientras duras con el cigarro eres la persona más bella, más imponente de toda la faz de la tierra.
Sonríes y tu sonrisa altanera me hace estar a tus pies. Con tu sonrisa podrías asesinar a cuanta persona se postre a tus pies. Te acercas lentamente a mí y me besas el cuello y yo recorro cada centímetro de tu deforme cuerpo.
De repente te separas y vuelves a sonreír, yo me quedo serio y enciendo otro cigarro. Tú me sigues viendo directamente a los ojos y yo no aparto la vista. Tu rostro se contrae en una mueca de victoria. Con eso podrías engatusar a cualquier hombre menos a mí que te conozco tan bien.
Sigues sin apartar la vista y yo no he parpadeado ni una sola vez, trato de esbozar una sonrisa para que te des cuenta de que se lo que estas pensando. Ya se que te diste cuenta de que esta noche no traigo efectivo por lo tanto no tenía dinero para pagarte esta noche. Te hice una seña con los ojos para que me devolvieras eso que me habías quitado mientras me besabas el cuello y tú me devolviste la cartera con otra de tus sonrisas falsas. Diste media vuelta y te volviste a perder en la obscuridad pero mañana…mañana si traeré el efectivo.
viernes, 17 de octubre de 2008
sábado, 27 de septiembre de 2008
S/T
Se acerca la mañana, la botella esta casi vacía y ya sólo me quedan tres cigarros. La música retumba en mis oídos, mi canto desafinado no molesta a nadie. Le doy un trago directo a la botella, en estos momentos no cala nada en la garganta. Parece agua. ¿Qué estará pasando allá afuera? Tal vez lo mismo de siempre por eso ya no salgo a embriagarme.
Antes me la pasaba de cantina en cantina, de bar en bar, de antro en antro. Cogí con muchas mujeres: bellas, feas, viudas, casadas, solteras pero siempre mujeres. Bebí todo lo que contuviera alcohol y fumé todo lo que se me pusiera enfrente. Llegué a recoger las colillas de cigarro para sacarles hasta el último aliento de humo.
Tenía que vivir la vida, tenía que hacer todo lo que me placiera. Duré mucho tiempo briago. No dormí en muchas noches y cuando digo dormir me refiero a esa jornada larga de ocho horas.
Ahora tomo en mi casa. Voy y me compró varias botellas y cajetillas de cigarros, pongo algo de música, de buena música, y empiezo a beber como si fuera mi sangre, como hacen los sacerdotes católicos, y estoy devolviéndola a su sitio dentro de mi cuerpo. Abro la primera cajetilla de cigarros por que se han convertido en mi respiración, en mis pulmones, no tengo miedo de enfermar, tal vez ya estoy enfermo pero ¿Qué importa? Tal vez este lleno de enfermedades pero hasta este momento no me he sentido mal y eso es lo que importa.
Le di el último trago a esa botella que tenía a mi lado y la aventé. Me paré, el mundo se movía a mí alrededor, logré caminar unos pasos pateando unas botellas de licor. El sol ya había salido y me recargué en una pared, volteé para todos lados, el mundo seguía girando y llegué a ver una imagen delante de mí. Un hombre de pelo largo y grasiento, ojos desorbitados, colorados e hinchados, una boca seca, completamente blanca rodeada por una barba desalineada y que no había hecho siquiera el intento de rasurar en más de un mes también traía la camisa manchada y se sentía calida.
Ese tipo era yo, me había convertido en esto y me agradaba.
Si tengo esto, esto que veo en el espejo, si me tengo a mí y esas botellas tiradas porqué carajos pienso en lo que hay afuera. Allá afuera nunca tuve nada por que no me tenía a mí. Me tenían a mí.
Si algún día me llegará a enfermar, o a morir, a causa de esto creo que valió la pena.
Antes me la pasaba de cantina en cantina, de bar en bar, de antro en antro. Cogí con muchas mujeres: bellas, feas, viudas, casadas, solteras pero siempre mujeres. Bebí todo lo que contuviera alcohol y fumé todo lo que se me pusiera enfrente. Llegué a recoger las colillas de cigarro para sacarles hasta el último aliento de humo.
Tenía que vivir la vida, tenía que hacer todo lo que me placiera. Duré mucho tiempo briago. No dormí en muchas noches y cuando digo dormir me refiero a esa jornada larga de ocho horas.
Ahora tomo en mi casa. Voy y me compró varias botellas y cajetillas de cigarros, pongo algo de música, de buena música, y empiezo a beber como si fuera mi sangre, como hacen los sacerdotes católicos, y estoy devolviéndola a su sitio dentro de mi cuerpo. Abro la primera cajetilla de cigarros por que se han convertido en mi respiración, en mis pulmones, no tengo miedo de enfermar, tal vez ya estoy enfermo pero ¿Qué importa? Tal vez este lleno de enfermedades pero hasta este momento no me he sentido mal y eso es lo que importa.
Le di el último trago a esa botella que tenía a mi lado y la aventé. Me paré, el mundo se movía a mí alrededor, logré caminar unos pasos pateando unas botellas de licor. El sol ya había salido y me recargué en una pared, volteé para todos lados, el mundo seguía girando y llegué a ver una imagen delante de mí. Un hombre de pelo largo y grasiento, ojos desorbitados, colorados e hinchados, una boca seca, completamente blanca rodeada por una barba desalineada y que no había hecho siquiera el intento de rasurar en más de un mes también traía la camisa manchada y se sentía calida.
Ese tipo era yo, me había convertido en esto y me agradaba.
Si tengo esto, esto que veo en el espejo, si me tengo a mí y esas botellas tiradas porqué carajos pienso en lo que hay afuera. Allá afuera nunca tuve nada por que no me tenía a mí. Me tenían a mí.
Si algún día me llegará a enfermar, o a morir, a causa de esto creo que valió la pena.
martes, 2 de septiembre de 2008
El asesino (parte II)
II
Era una de las tardes más lluviosas del mayo y ya era tarde para llegar al funeral, la vialidad estaba interrumpida por un choque entre un camión de pasajeros y un carro Jetta color gris. La policía fingía hacer su trabajo pero la verdad es que estaban metidos en la patrulla cubriéndose de la intensa lluvia.
Cuando pude salir de aquel congestionamiento aceleré lo más que pude hasta llegar al panteón donde estaba siendo enterrado mi amigo. La verdad es que me estaba preguntando si ir o no al funeral, tenía la opción de ir a casa de César y charlar un rato, al cabo si Diego supiera que no estábamos en su funeral lo más seguro es que no se hubiera molestado pero tenía que ir al entierro pues necesitaba ver a Sara.
Cuando llegue al panteón me dirigí rápidamente, abriendo mi paraguas, hacia el montón de personas que estaba alrededor de la tumba. Me quedé un poco apartado de la gente pues no quería importunar mientras tanto buscaba con la mirada a César aunque encontrarlo era una posibilidad casi nula. César nunca asistía a los funerales entonces me puse a buscar a Sara y la encontré a los pies de la tumba rezando una oración. Llevaba puesto su vestido negro y su chal del mismo color y con las dos manos sostenía el paraguas sin apartar sus ojos grises de la tumba.
Después de media hora se había quedado vació el cementerio, sólo estaba Sara. Dudé un momento pero al fin me decidí a ir a su lado.
No sabía que decirle, tantos años de conocernos y ahora no sabía que hacer. Conocía todo de Sara, éramos muy buenos amigos, nos conocíamos desde la cuna prácticamente y ahora ahí estaba en un momento difícil y yo sin saber que hacer, que decir. Al final fue ella quien habló, aunque no me había volteado a ver.
—― Ahora comprendo por que a César no le gustan los funerales.
—― Si creo que tienes razón. Definitivamente esto parece un circo.
Sara frunció el entrecejo y yo comprendí que me había equivocado con aquel comentario, a fin de cuentas el que estaba enterrado era mi amigo, el esposo de Sara y debía guardarle cierto respeto pero Sara en cambio empezó a sonreír.
—― Que bueno que viniste.
—― Si. En cuanto me enteré tomé el primer vuelo y he venido a darle el último adiós a Diego. Tenía la leve esperanza de encontrar a César aquí pero parece que, definitivamente, odia los funerales.
—― Si pero fue a mi casa cuando se enteró de lo que había pasado y estuvimos platicando un buen rato. Creo que fue una buena terapia.
Otra vez nos quedamos en silencio observando la tumba de mi amigo hasta que decidí invitar a Sara a tomar un café pensé que sería buena idea que se despejara un poco de todo esto.
Cuando llegamos al café, Sara lo miró detenidamente antes de entrar. Escogimos una buena mesa y ordenamos algo de café y pastel.
Permanecimos en silencio comiendo el pastel lentamente, como si quisiéramos que nunca se acabara para no tener de despedirnos, quería preguntar cómo había muerto Diego pero me contuve, podría ser algo insensible de mi parte además ya debería estar harta de contar esa historia. Al final, otra vez, ella rompió el silencio.
—― ¿Y, cuando regresas?
—― Espero que nunca.
Sara se sorprendió con esa respuesta.
—― ¿Piensas quedarte aquí?
—― Eso es lo que tengo pensado.
—― Me alegro. Te extrañábamos mucho. Siempre nos juntábamos en este café ¿recuerdas? Incluso cuando te fuiste seguimos viniendo los tres pero nos hacías falta. Al fin y al cabo fue por ti que nos conocimos los cuatro.
—― Pues ahora aquí estaré.
Estuvimos recordando viejos tiempos durante casi cuatro horas. Después la fui a dejar a su casa y me hizo prometerle que la iría a visitar al siguiente día.
Cuando salí de su casa, me quede pensando en si ir a visitar a César o mejor ir a dormir pero me decidí por lo primero.
Llegué a casa de César, toqué al timbre y después de cinco minutos apareció un hombre vestido con camisa negra y pantalón del mismo color, como si se prepara para ir a un funeral. Aparentaba unos treinta y cinco años, se le notaban ya algunas arrugas, llevaba la barba desalineada y bigote ralo y sus ojos obscuros le daban cierto aire sombrío. Me invitó a pasar y me condujo a la sala y ahí me ofreció un cigarro.
—― Que bueno que llegaste —― me dijo César —― ¿Has ido al funeral?
—― Si.
—― ¿Has visto a Sara?
—― Por supuesto.
¬¬—― ¿Y…?
—― Pues la vi bien. Estaba tranquila y la verdad no esperaba menos de ella.
—― Si, igual.
—― Oye… bueno no le quise preguntar a Sara pero, bueno, quisiera saber de qué murió Diego.
—― Ya veo —― dijo César encendiendo otro cigarro y pensando cada palabra que me diría—― No te lo dijo.
—― No y no le quise preguntar.
—― Bueno era comprensible.
—― ¡César! ¿Por qué le das vuelta al asunto, qué paso?
César siguió pensativo y cuando noto que en mi rostro se reflejaba la preocupación de no saber nada y de que fuera algo grave dijo:
—― Lo han asesinado.
Aquellas palabras me dejaron helado ¿Asesinado? ¿Por qué? ¿Quién? Esto era algo que no podía creer. Me recargué en el sillón y encendí otro cigarro, lo necesitaba. Me quede observando la sala y pude notar algunos cuadros que César había comprado y colgado en la pared. Quería ver para todos lados menos a donde estaba César, no quería que viera mi expresión y que pensara que era un ser débil. Clavé mi vista en el piano de cola que tenía, herencia de su abuela. Al fin pude poner en orden las ideas y le pregunté:
—― ¿Por qué?
—― Veras, Diego tuvo problemas hace poco con unos tipos. No, no él no tuvo nada que ver. Ellos lo buscaron a él.
—― ¿Pero, qué tipo de problemas?
—― Les estorbaba. Veras, le hicieron varias veces ofertas para trabajar juntos y Diego las rechazó. Ya sabes él no era de los que hacían tratos con criminales, entonces la forma más fácil era asesinándolo. Así ya no tendrían obstáculos para seguir creciendo y eso fue lo que hicieron.
—― ¿Y, quién lo mato? ¿Ya lo agarraron?
—― En verdad crees que lo iban a agarrar. No claro que no. Él que lo mandó matar tiene algunos policías a su servicio.
—― ¿Entonces, sabes quién es?
—― Claro que se quien es pero eso no es lo que me preocupa. Lo que en verdad me preocupa es Sara.
—― ¿Qué tiene que ver Sara?
—― Veras Sara fue testigo del asesinato.
¿Qué quería decir César? Qué ahora Sara era la estaba en peligro. Qué la iban a matar a ella también.
—― Si, tal vez piensen hacer eso —― dijo César aunque yo no había formulado la pregunta —― No pueden dejar testigos.
Encendí otro cigarro para asimilar bien lo que César acababa de decirme ¿Sería cierto o sólo me estaba vacilando? Aunque él no era de la personas que bromeaban con algo tan delicado.
—― ¿Quieres una copa?
Asentí. En verdad la necesitaba pero mientras César preparaba las copas me vino una idea a la cabeza ¿Por qué ella no me lo había dicho? Cuando se lo comuniqué a César él me dijo que antes del funeral había ido hablar con ella y ella le comentó que no me diría nada.
—― Ella debe tener sus razones para no comunicártelo.
Tenía muchas preguntas que hacerle a César pero pensé que ya no me daría más respuestas. Ya me había dicho lo suficiente aunque yo tenía derecho a saber, Diego era mi amigo y quisiera saber porque no me dicen todo lo que esta pasando pero pensé que las respuestas llegarían a su debido tiempo.
Estuve en casa de César hasta casi las tres de la mañana y cuando me despedía le hice la pregunta que había pensado hacerle desde que llegue.
—― ¿Y, esa ropa, pensabas ir al funeral de tu amigo?
César esbozó una sonrisa y me cerró la puerta en la cara.
Durante el trayecto a casa me quede pensando en lo que me había dicho César y en cómo se iba a arreglar el asunto y lo que vino después era lo último que se me habría ocurrido para arreglarlo.
Era una de las tardes más lluviosas del mayo y ya era tarde para llegar al funeral, la vialidad estaba interrumpida por un choque entre un camión de pasajeros y un carro Jetta color gris. La policía fingía hacer su trabajo pero la verdad es que estaban metidos en la patrulla cubriéndose de la intensa lluvia.
Cuando pude salir de aquel congestionamiento aceleré lo más que pude hasta llegar al panteón donde estaba siendo enterrado mi amigo. La verdad es que me estaba preguntando si ir o no al funeral, tenía la opción de ir a casa de César y charlar un rato, al cabo si Diego supiera que no estábamos en su funeral lo más seguro es que no se hubiera molestado pero tenía que ir al entierro pues necesitaba ver a Sara.
Cuando llegue al panteón me dirigí rápidamente, abriendo mi paraguas, hacia el montón de personas que estaba alrededor de la tumba. Me quedé un poco apartado de la gente pues no quería importunar mientras tanto buscaba con la mirada a César aunque encontrarlo era una posibilidad casi nula. César nunca asistía a los funerales entonces me puse a buscar a Sara y la encontré a los pies de la tumba rezando una oración. Llevaba puesto su vestido negro y su chal del mismo color y con las dos manos sostenía el paraguas sin apartar sus ojos grises de la tumba.
Después de media hora se había quedado vació el cementerio, sólo estaba Sara. Dudé un momento pero al fin me decidí a ir a su lado.
No sabía que decirle, tantos años de conocernos y ahora no sabía que hacer. Conocía todo de Sara, éramos muy buenos amigos, nos conocíamos desde la cuna prácticamente y ahora ahí estaba en un momento difícil y yo sin saber que hacer, que decir. Al final fue ella quien habló, aunque no me había volteado a ver.
—― Ahora comprendo por que a César no le gustan los funerales.
—― Si creo que tienes razón. Definitivamente esto parece un circo.
Sara frunció el entrecejo y yo comprendí que me había equivocado con aquel comentario, a fin de cuentas el que estaba enterrado era mi amigo, el esposo de Sara y debía guardarle cierto respeto pero Sara en cambio empezó a sonreír.
—― Que bueno que viniste.
—― Si. En cuanto me enteré tomé el primer vuelo y he venido a darle el último adiós a Diego. Tenía la leve esperanza de encontrar a César aquí pero parece que, definitivamente, odia los funerales.
—― Si pero fue a mi casa cuando se enteró de lo que había pasado y estuvimos platicando un buen rato. Creo que fue una buena terapia.
Otra vez nos quedamos en silencio observando la tumba de mi amigo hasta que decidí invitar a Sara a tomar un café pensé que sería buena idea que se despejara un poco de todo esto.
Cuando llegamos al café, Sara lo miró detenidamente antes de entrar. Escogimos una buena mesa y ordenamos algo de café y pastel.
Permanecimos en silencio comiendo el pastel lentamente, como si quisiéramos que nunca se acabara para no tener de despedirnos, quería preguntar cómo había muerto Diego pero me contuve, podría ser algo insensible de mi parte además ya debería estar harta de contar esa historia. Al final, otra vez, ella rompió el silencio.
—― ¿Y, cuando regresas?
—― Espero que nunca.
Sara se sorprendió con esa respuesta.
—― ¿Piensas quedarte aquí?
—― Eso es lo que tengo pensado.
—― Me alegro. Te extrañábamos mucho. Siempre nos juntábamos en este café ¿recuerdas? Incluso cuando te fuiste seguimos viniendo los tres pero nos hacías falta. Al fin y al cabo fue por ti que nos conocimos los cuatro.
—― Pues ahora aquí estaré.
Estuvimos recordando viejos tiempos durante casi cuatro horas. Después la fui a dejar a su casa y me hizo prometerle que la iría a visitar al siguiente día.
Cuando salí de su casa, me quede pensando en si ir a visitar a César o mejor ir a dormir pero me decidí por lo primero.
Llegué a casa de César, toqué al timbre y después de cinco minutos apareció un hombre vestido con camisa negra y pantalón del mismo color, como si se prepara para ir a un funeral. Aparentaba unos treinta y cinco años, se le notaban ya algunas arrugas, llevaba la barba desalineada y bigote ralo y sus ojos obscuros le daban cierto aire sombrío. Me invitó a pasar y me condujo a la sala y ahí me ofreció un cigarro.
—― Que bueno que llegaste —― me dijo César —― ¿Has ido al funeral?
—― Si.
—― ¿Has visto a Sara?
—― Por supuesto.
¬¬—― ¿Y…?
—― Pues la vi bien. Estaba tranquila y la verdad no esperaba menos de ella.
—― Si, igual.
—― Oye… bueno no le quise preguntar a Sara pero, bueno, quisiera saber de qué murió Diego.
—― Ya veo —― dijo César encendiendo otro cigarro y pensando cada palabra que me diría—― No te lo dijo.
—― No y no le quise preguntar.
—― Bueno era comprensible.
—― ¡César! ¿Por qué le das vuelta al asunto, qué paso?
César siguió pensativo y cuando noto que en mi rostro se reflejaba la preocupación de no saber nada y de que fuera algo grave dijo:
—― Lo han asesinado.
Aquellas palabras me dejaron helado ¿Asesinado? ¿Por qué? ¿Quién? Esto era algo que no podía creer. Me recargué en el sillón y encendí otro cigarro, lo necesitaba. Me quede observando la sala y pude notar algunos cuadros que César había comprado y colgado en la pared. Quería ver para todos lados menos a donde estaba César, no quería que viera mi expresión y que pensara que era un ser débil. Clavé mi vista en el piano de cola que tenía, herencia de su abuela. Al fin pude poner en orden las ideas y le pregunté:
—― ¿Por qué?
—― Veras, Diego tuvo problemas hace poco con unos tipos. No, no él no tuvo nada que ver. Ellos lo buscaron a él.
—― ¿Pero, qué tipo de problemas?
—― Les estorbaba. Veras, le hicieron varias veces ofertas para trabajar juntos y Diego las rechazó. Ya sabes él no era de los que hacían tratos con criminales, entonces la forma más fácil era asesinándolo. Así ya no tendrían obstáculos para seguir creciendo y eso fue lo que hicieron.
—― ¿Y, quién lo mato? ¿Ya lo agarraron?
—― En verdad crees que lo iban a agarrar. No claro que no. Él que lo mandó matar tiene algunos policías a su servicio.
—― ¿Entonces, sabes quién es?
—― Claro que se quien es pero eso no es lo que me preocupa. Lo que en verdad me preocupa es Sara.
—― ¿Qué tiene que ver Sara?
—― Veras Sara fue testigo del asesinato.
¿Qué quería decir César? Qué ahora Sara era la estaba en peligro. Qué la iban a matar a ella también.
—― Si, tal vez piensen hacer eso —― dijo César aunque yo no había formulado la pregunta —― No pueden dejar testigos.
Encendí otro cigarro para asimilar bien lo que César acababa de decirme ¿Sería cierto o sólo me estaba vacilando? Aunque él no era de la personas que bromeaban con algo tan delicado.
—― ¿Quieres una copa?
Asentí. En verdad la necesitaba pero mientras César preparaba las copas me vino una idea a la cabeza ¿Por qué ella no me lo había dicho? Cuando se lo comuniqué a César él me dijo que antes del funeral había ido hablar con ella y ella le comentó que no me diría nada.
—― Ella debe tener sus razones para no comunicártelo.
Tenía muchas preguntas que hacerle a César pero pensé que ya no me daría más respuestas. Ya me había dicho lo suficiente aunque yo tenía derecho a saber, Diego era mi amigo y quisiera saber porque no me dicen todo lo que esta pasando pero pensé que las respuestas llegarían a su debido tiempo.
Estuve en casa de César hasta casi las tres de la mañana y cuando me despedía le hice la pregunta que había pensado hacerle desde que llegue.
—― ¿Y, esa ropa, pensabas ir al funeral de tu amigo?
César esbozó una sonrisa y me cerró la puerta en la cara.
Durante el trayecto a casa me quede pensando en lo que me había dicho César y en cómo se iba a arreglar el asunto y lo que vino después era lo último que se me habría ocurrido para arreglarlo.
martes, 26 de agosto de 2008
El asesino
I
Estoy en el cementerio.
Aún no puedo creer que César este muerto pero bueno él se lo buscó. Toda la gente le decía que dejara de fumar pero él no hacia caso, decía lo que cualquier fumador: “De algo me he de morir” y ahora se comprobó que su vicio lo mató. Lo más probable es que haya muerto contento. Siempre dijo que prefería morir a causa del cigarro que en cualquier otra circunstancia que no le produjera placer.
Es curioso como hay gente que fuma toda su vida y muere de cualquier otra cosa menos por los daños ocasionados por el tabaco.
Para César fumar era un ritual lo hacía a todas horas aunque no tenía un horario definido, como algunos de los fumadores, cada que se viera en la necesidad de fumar lo hacía, sin importarle donde estuviera. Necesitaba el cigarro para todo, para pensar, para concentrarse y no dudo que antes de morir hubiera fumado. Eso sería algo muy típico de él, que en lugar del último suspiro lanzara la última bocanada de humo.
Ahora lo están enterrando y ha congregado a una veintena de personas. Entre ellas Sara.
Sara llevaba puesto un vestido negro y un chal del mismo color que contrastaba con su piel blanca y sus ojos grises. Estaba parada a los pies de la tumba de César. Tenía la mirada fija en el cuerpo inerte y rezaba una oración o eso supuse.
Es curioso, ahora que veo a Sara me la imagino igual que hace aproximadamente siete años atrás y me acuerdo de todo lo que pasó en aquellas fechas. Parecía como si el único cambio hubiera sido el cuerpo del muerto pues hace siete años el que estaba en la tumba era Diego, un amigo de la infancia y esposo de Sara. Ella estaba exactamente en la misma posición que ahora y, seguramente, rezando la misma oración.
Cuando acabó el funeral y toda la gente se había marchado me acerqué a Sara.
—― Pues ya nada más quedamos tú y yo—― le dije mientras me acomodaba a su lado a los pies de la tumba.
—― Si. Es curioso. Siempre pensé que tú serías el primero en morir.
—― Gracias por tus buenos deseos.
—― La verdad es que César fumaba mucho y era cuestión de tiempo para que esto pasara. El médico ya se lo había dicho.
—― Si pero la verdad nunca imaginé a César haciéndole caso a un doctor.
—― Yo tampoco.
Invité a Sara a tomar un café, después de todo éramos los únicos que quedábamos de aquel grupo y ahí estuvimos recordando los acontecimientos de siete años atrás parece que a ella, este funeral, también le recordó aquellos acontecimientos.
Cuando llegue a casa me recosté en el sillón y seguí acordándome de esa tarde en el funeral de Diego y lo que pasó a continuación.
Decidí escribir lo que pasó hace siete años para dejar alguna constancia de que sí pasó, antes de que el destino me juegue una mala pasada como la que les jugo a mis dos amigos. Recuerdo que fue una horrible aventura pero es uno de los momentos que más añoro. En esos momentos me sentí vivo, sentí que podía hacer algo.
Bueno esto fue lo que pasó.
uno de varios.
Estoy en el cementerio.
Aún no puedo creer que César este muerto pero bueno él se lo buscó. Toda la gente le decía que dejara de fumar pero él no hacia caso, decía lo que cualquier fumador: “De algo me he de morir” y ahora se comprobó que su vicio lo mató. Lo más probable es que haya muerto contento. Siempre dijo que prefería morir a causa del cigarro que en cualquier otra circunstancia que no le produjera placer.
Es curioso como hay gente que fuma toda su vida y muere de cualquier otra cosa menos por los daños ocasionados por el tabaco.
Para César fumar era un ritual lo hacía a todas horas aunque no tenía un horario definido, como algunos de los fumadores, cada que se viera en la necesidad de fumar lo hacía, sin importarle donde estuviera. Necesitaba el cigarro para todo, para pensar, para concentrarse y no dudo que antes de morir hubiera fumado. Eso sería algo muy típico de él, que en lugar del último suspiro lanzara la última bocanada de humo.
Ahora lo están enterrando y ha congregado a una veintena de personas. Entre ellas Sara.
Sara llevaba puesto un vestido negro y un chal del mismo color que contrastaba con su piel blanca y sus ojos grises. Estaba parada a los pies de la tumba de César. Tenía la mirada fija en el cuerpo inerte y rezaba una oración o eso supuse.
Es curioso, ahora que veo a Sara me la imagino igual que hace aproximadamente siete años atrás y me acuerdo de todo lo que pasó en aquellas fechas. Parecía como si el único cambio hubiera sido el cuerpo del muerto pues hace siete años el que estaba en la tumba era Diego, un amigo de la infancia y esposo de Sara. Ella estaba exactamente en la misma posición que ahora y, seguramente, rezando la misma oración.
Cuando acabó el funeral y toda la gente se había marchado me acerqué a Sara.
—― Pues ya nada más quedamos tú y yo—― le dije mientras me acomodaba a su lado a los pies de la tumba.
—― Si. Es curioso. Siempre pensé que tú serías el primero en morir.
—― Gracias por tus buenos deseos.
—― La verdad es que César fumaba mucho y era cuestión de tiempo para que esto pasara. El médico ya se lo había dicho.
—― Si pero la verdad nunca imaginé a César haciéndole caso a un doctor.
—― Yo tampoco.
Invité a Sara a tomar un café, después de todo éramos los únicos que quedábamos de aquel grupo y ahí estuvimos recordando los acontecimientos de siete años atrás parece que a ella, este funeral, también le recordó aquellos acontecimientos.
Cuando llegue a casa me recosté en el sillón y seguí acordándome de esa tarde en el funeral de Diego y lo que pasó a continuación.
Decidí escribir lo que pasó hace siete años para dejar alguna constancia de que sí pasó, antes de que el destino me juegue una mala pasada como la que les jugo a mis dos amigos. Recuerdo que fue una horrible aventura pero es uno de los momentos que más añoro. En esos momentos me sentí vivo, sentí que podía hacer algo.
Bueno esto fue lo que pasó.
uno de varios.
sábado, 9 de agosto de 2008
ALGO DE MILLER
Confusión es una palabra que hemos inventado para un orden que no se entiende. Me gusta pararme a pensar en aquella época en que las cosas estaban tomando forma, por que el orden si se entendiera debió de ser admirable. En primer lugar, hay que citar a Hymie, Hymie el sapo, y también los ovarios de su mujer, que llevaban mucho tiempo pudriéndose. Hymie estaba completamente absorto en los podridos ovarios de su mujer. Era el tema diario de conversación; ahora tenía prioridad sobre los purgantes y la lengua sucia. Hymie era especialista en “proverbios sexuales”, como el los llamaba. Todo lo que decía partía de los ovarios o conducía a ellos. A pesar de todo seguía quitando con su mujer: prolongadas copulaciones, como de serpiente, en que solía fumar un cigarrillo o dos antes de sacarla. Trataba de explicarme que el pus de los podridos ovarios la ponía cachonda. Siempre había tenido un buen polvo, pero ahora lo tenía mejor que nunca. Una vez que le extirparan los ovarios, no se podía saber cómo reaccionada. También ella parecía comprenderlo. Así que, ¡A follar se ha dicho! Todas las noches, después de lavar los platos, se desnudaban en su pisito, y se acostaban como una pareja de serpientes. En varias ocasiones intentó describirme la forma de follar de su mujer. Era como una ostra por dentro, con dientes suaves que lo mordisqueaban. A veces le parecía estar dentro mismo de su matiz, de blando, y mullido que era, y aquellos suaves dientes que le mordían el canario y lo volvían loco. Solían yacer como unas tijeras y quedarse mirando el techo. Para no correrse, pensaba en la oficina, en las pequeñas preocupaciones que lo tenían en vilo y le hacían sentir el corazón en un puño. Entre uno y otro orgasmo se ponía a pensar en otra para que, cuando empezase a magrearlo de nuevo, pudiera imaginarse que estaba echando un polvo con otra tía. Solía colocarse de modo que pudiera mirar por la ventana mientras soplaban. Se estaba habituando tanto aquello, que podía desnudar a una mujer que pasase por el bulevar bajo su ventana y transportarla a la cama; no sólo sexo, sino que además, podía hacer que ocupara el lugar de su mujer, todo ello sin sacarla. A veces, jodía así durante dos horas sin correrse siquiera. Como él decía: ¿Para qué desperdiciarlo?
Tomado de Trópico de Capricornio de Henry Miller
Tomado de Trópico de Capricornio de Henry Miller
jueves, 31 de julio de 2008
No hay problema
La oscuridad reinaba sobre la calle solitaria por la que transitaba solo el alma de un hombre que llevaba la cabeza gacha mientras fumaba un cigarrillo. Llegó a su casa donde había una fiesta, gente alcoholizada, drogada y el lo único que quería era llegar a dormir acompañado por la soledad pero cuando abrió la puerta de su cuarto su cama estaba ocupada por una pareja que le inyectaba el calor, que tiempo atrás esta había perdido.
Al ver al hombre parado juntó a la puerta, la pareja rápidamente se separó. La mujer que respiraba agitadamente se tapó con una sabana su escultural figura, dejando sólo al descubierto su tímido rostro, su cabello castaño y esos ojos verdes que tanto impactaron aquel hombre.
—¡largó! — gritó el hombre que estaba parado junto a la puerta.
La pareja se vistió rápidamente aunque el hombre no dejaba de admirar a la mujer, sus formas y la gracia con la que se ponía la blusa y el pantalón.
Se acostó cuando los amantes salieron de su cama y sentía el calor que hacía mucho tiempo no sentía.
El hombre no podía dormir por el ruido que producía la música y la gente borracha que gritaba a la menor provocación, así que decidió salir a tomar el aire. Caminó largo rato y llegó a un lugar en el que en cada esquina había una mujer fumando, con sus minifaldas y blusas provocativas. Llegó con una de ellas, le susurró unas palabras al oído, se subieron a un taxi y llegaron a un motel, él a sentir el calor de una mujer nuevamente y ella a ganarse un dinerito por fingir un orgasmo que ya no sabía como se sentía, después de tantos que disfrutó por algún tiempo. Ahora solo eran parte de una maldita rutina.
El hombre salió del motel y camino sin rumbo definido, se quedo dormido en la banca de una plaza hasta que lo despertó una mujer de rostro tímido, cabello castaño y ojos verdes.
—¿Qué haces aquí? — preguntó la mujer
—Parece que me quede dormido ¿verdad? —contestó el hombre mientras se apretaba la cabeza con fuerza.
—¿Te duele?
— Un poco.
—Necesitas algo de comer. Ven vamos a desayunar. ¡Yo invitó!
La mujer le extendió la mano y el hombre la tomo. Fueron a desayunar a un restaurante. El hombre mientras desayunaba no podía evitar lanzarle miradas a la mujer que tenía enfrente y admirarla. La mujer seguía callada, no sabía como iniciar la platica, recordaba que ella había invadido su cama y quería disculparse pero no encontraba la manera de hacerlo.
Cuando salieron de ese lugar la mujer le dio su número de teléfono y el hombre la invitó a que fuera esa noche a su casa.
La mujer llegó casi a la medianoche a casa de aquel hombre y empezaron a tomar unas cervezas que hicieron lo que no pudo el desayuno. Hacerlos hablar. El le confió la fascinación que tenía por ella y la mujer se disculpó por lo sucedido la noche anterior.
—No hay problema. Esa cama necesitaba ya el calor de una bella mujer como tu.
Los dos se veían a los ojos y cada vez se acercaban más para culminar en un prolongado beso que los hizo imaginar tantas cosas, al grado de llevarlas acabó en la cama de él y ahora también de ella.
El imaginaba que su cama no volvería a estar sola, ahora la tendría a ella hasta el día de su muerte y esa esperanza crecía al roce de sus cuerpos, al juntar sus labios y al llegar al orgasmo.
La puerta se abrió y un hombre juntó a esta los miraba lleno de cólera. Ella lo reconoció al instante, era el hombre con el que estaba en esa misma cama la noche anterior. Era su prometido. El hombre que estaba juntó a la puerta sacó un arma y le disparó a la mujer que cayó al otro lado de la cama. El hombre que tenía el arma al ver lo que acababa de hacer salió corriendo.
La oscuridad reinaba sobre la calle solitaria por la que solo caminaba un hombre con la cabeza gacha y fumando un cigarrillo. Llegó a casa, tenía ganas de dormir y al abrir la puerta de su cuarto observó un cuerpo que estaba tendido a lo ancho de la cama. Su tímido rostro, su cabello castaño y sus ojos plata.
“Pero no hay problema” solía decirse aquel hombre.
Al ver al hombre parado juntó a la puerta, la pareja rápidamente se separó. La mujer que respiraba agitadamente se tapó con una sabana su escultural figura, dejando sólo al descubierto su tímido rostro, su cabello castaño y esos ojos verdes que tanto impactaron aquel hombre.
—¡largó! — gritó el hombre que estaba parado junto a la puerta.
La pareja se vistió rápidamente aunque el hombre no dejaba de admirar a la mujer, sus formas y la gracia con la que se ponía la blusa y el pantalón.
Se acostó cuando los amantes salieron de su cama y sentía el calor que hacía mucho tiempo no sentía.
El hombre no podía dormir por el ruido que producía la música y la gente borracha que gritaba a la menor provocación, así que decidió salir a tomar el aire. Caminó largo rato y llegó a un lugar en el que en cada esquina había una mujer fumando, con sus minifaldas y blusas provocativas. Llegó con una de ellas, le susurró unas palabras al oído, se subieron a un taxi y llegaron a un motel, él a sentir el calor de una mujer nuevamente y ella a ganarse un dinerito por fingir un orgasmo que ya no sabía como se sentía, después de tantos que disfrutó por algún tiempo. Ahora solo eran parte de una maldita rutina.
El hombre salió del motel y camino sin rumbo definido, se quedo dormido en la banca de una plaza hasta que lo despertó una mujer de rostro tímido, cabello castaño y ojos verdes.
—¿Qué haces aquí? — preguntó la mujer
—Parece que me quede dormido ¿verdad? —contestó el hombre mientras se apretaba la cabeza con fuerza.
—¿Te duele?
— Un poco.
—Necesitas algo de comer. Ven vamos a desayunar. ¡Yo invitó!
La mujer le extendió la mano y el hombre la tomo. Fueron a desayunar a un restaurante. El hombre mientras desayunaba no podía evitar lanzarle miradas a la mujer que tenía enfrente y admirarla. La mujer seguía callada, no sabía como iniciar la platica, recordaba que ella había invadido su cama y quería disculparse pero no encontraba la manera de hacerlo.
Cuando salieron de ese lugar la mujer le dio su número de teléfono y el hombre la invitó a que fuera esa noche a su casa.
La mujer llegó casi a la medianoche a casa de aquel hombre y empezaron a tomar unas cervezas que hicieron lo que no pudo el desayuno. Hacerlos hablar. El le confió la fascinación que tenía por ella y la mujer se disculpó por lo sucedido la noche anterior.
—No hay problema. Esa cama necesitaba ya el calor de una bella mujer como tu.
Los dos se veían a los ojos y cada vez se acercaban más para culminar en un prolongado beso que los hizo imaginar tantas cosas, al grado de llevarlas acabó en la cama de él y ahora también de ella.
El imaginaba que su cama no volvería a estar sola, ahora la tendría a ella hasta el día de su muerte y esa esperanza crecía al roce de sus cuerpos, al juntar sus labios y al llegar al orgasmo.
La puerta se abrió y un hombre juntó a esta los miraba lleno de cólera. Ella lo reconoció al instante, era el hombre con el que estaba en esa misma cama la noche anterior. Era su prometido. El hombre que estaba juntó a la puerta sacó un arma y le disparó a la mujer que cayó al otro lado de la cama. El hombre que tenía el arma al ver lo que acababa de hacer salió corriendo.
La oscuridad reinaba sobre la calle solitaria por la que solo caminaba un hombre con la cabeza gacha y fumando un cigarrillo. Llegó a casa, tenía ganas de dormir y al abrir la puerta de su cuarto observó un cuerpo que estaba tendido a lo ancho de la cama. Su tímido rostro, su cabello castaño y sus ojos plata.
“Pero no hay problema” solía decirse aquel hombre.
lunes, 21 de julio de 2008
Con dedicatoria a ti.
Bueno este poema, en particular, me gusto un buen por que cuando lo leí me remitió a alguien en especial y creo que cuando lo lean lo mismo puede pasar, les recordara a alguien o a algo.
lo que más me gusto del poema es que, a mí parecer y sin ser experto en poesía, maneja tres tiempos: el presente, el pasado y el futuro. En primer lugar todo se desarrolla en el presente y de ahí se remite primero con nostalgía al recuerdo del pasado para después pasar a la esperanza del futuro. De un futuro que a lo mejor nunca llegara.
Otro elemento que me gusta es que recalca los dos tiempos (el pasado y el futuro) utilizando el "tu y yo".
Bueno ese es mi punto de vista que a lo mejor no comparten conmigo pero creo es buen poema y que disfrutaran el poema de Jesús Reyes.
Caricias perdidas
La suavidad de tus manos
recorrió todo mi cuerpo
como el delicado y fresco
roce del viento matutino.
En esos momentos todo
desaparecía y sólo
éramos tú y yo.
Mi cuerpo respondía
a tus caricias
como un lobo a la luna.
Y un intenso calor
recorría cada parte de mi ser.
Ahora esas caricias
se han convertido en fantasmas
que me atormentan por las noches.
Cada célula de mi piel
implora tu regreso
para ser, nuevamente,
sólo tú y yo.
Jesús Reyes.
lo que más me gusto del poema es que, a mí parecer y sin ser experto en poesía, maneja tres tiempos: el presente, el pasado y el futuro. En primer lugar todo se desarrolla en el presente y de ahí se remite primero con nostalgía al recuerdo del pasado para después pasar a la esperanza del futuro. De un futuro que a lo mejor nunca llegara.
Otro elemento que me gusta es que recalca los dos tiempos (el pasado y el futuro) utilizando el "tu y yo".
Bueno ese es mi punto de vista que a lo mejor no comparten conmigo pero creo es buen poema y que disfrutaran el poema de Jesús Reyes.
Caricias perdidas
La suavidad de tus manos
recorrió todo mi cuerpo
como el delicado y fresco
roce del viento matutino.
En esos momentos todo
desaparecía y sólo
éramos tú y yo.
Mi cuerpo respondía
a tus caricias
como un lobo a la luna.
Y un intenso calor
recorría cada parte de mi ser.
Ahora esas caricias
se han convertido en fantasmas
que me atormentan por las noches.
Cada célula de mi piel
implora tu regreso
para ser, nuevamente,
sólo tú y yo.
Jesús Reyes.
lunes, 23 de junio de 2008
CUENTOS CORTOS
El escapulario
Gabriel caminaba sobre la calle más angosta de una de las colonias más peligrosas de la ciudad, llevaba sólo su, infaltable, cigarro Marlboro y la mano derecha a la altura de la cintura. Caminaba lentamente y la luz de la farola, a las tres de la mañana, no aluzaba mucho pero dejaba ver el escapulario que llevaba Gabriel sobre la camisa blanca. El infaltable escapulario con su típico color café y la virgen María de un lado y en el otro extremo del cordón San Judas Tadeo.
Llegó a una casa y abrió la puerta de golpe, entró y fue directamente a la recamara la cual también abrió bruscamente. Una señora y un señor se despertaron sobresaltados y miraron con terror al hombre que tenían enfrente.
― Buenas noches ― dijo Gabriel.
― ¿Qué haces aquí?
― Será mejor que no lo sepas.
Gabriel sacó la pistola con su mano derecha, la que llevaba a la altura de la cintura, y apuntó hacía el señor, jaló del gatillo, los ojos del señor habían adquirido una extraña mirada de terror y miedo y no conseguía articular palabra alguna. La señora sólo podía observar con esa mirada que tienen las mujeres y gritaba algo pero no se alcanzaba a entender en medio de aquella tensión. La bala salió disparada y se incrustó en medio de las cejas del señor que cayó tendido en la cama justo como se encontraba antes de que Gabriel irrumpiera en aquella habitación. La señora lloraba encima de su esposo y maldecía a Gabriel que sólo salió de aquel lugar sin decir nada y sin hacer caso de las palabras de aquella señora. Cuando se encontró a unos diez metros de la casa, a la que había entrado, agarró su escapulario con la mano derecha y se puso a rezar un Padre nuestro y un Ave María dedicada al difunto que yacía tirado en aquella cama.
El fugitivo
Juan estaba en casa de Mónica discutiendo por algunas viejas rencillas a que ahora salían a flote de nuevo.
― Pero esto no se queda así ― dijo Mónica enojada y apuntando con el dedo índice a Juan.
― ¿Qué vas hacer? ¿Hablarle a tu hermano mariguano y a sus amigos?¬― dijo Juan enojado.
― Ya le hable antes de que llegaras por si te atrevías hacerme algo.
― Eres una pendeja ― dijo Juan ahora con un toque de nerviosismo reflejado en su rostro ― ¿Hace cuanto que le hablaste?
― Ya deben estar por llegar ― dijo Mónica sorprendida ― .No me digas que tienes miedo.
― ¿Miedo? Esos putos están enfermos.
De repente se escucha el claxon de un carro Impala del año ´64 color verde y Juan lo reconoció al instante. Los pasajeros que iban en el carro se bajaron y se acomodaron las fuscas en el pantalón y uno saco una navaja. Juan no lo pensó dos veces y se dirigió a Mónica:
― A pesar de esto no olvides que te amo ¿O.k?
Juan se echo a correr lo más rápido que pudo y los cinco hombres que acababan de aparecer echaron a correr tras de él.
Mónica los vio pasar corriendo enfrente de ella que seguía parada junto a la puerta de su casa, estaba sorprendida por lo que le acababa de decir Juan y se dio cuenta de que llevaban ya tres años de novios y ahora estaban peleando por puras pendejadas y por cosas sin importancia que ya habían sido aclaradas en su momento. Se le vinieron a la mente recuerdos de cuando se conocieron, su primer beso, su primera relación sexual en la sala de su casa, su primer pleito y tantas otras cosas que la hicieron recapacitar y decidió ir tras su amado Juan así que echo a correr tras los demás.
Juan les llevaba buena ventaja, aparte de que era hábil la adrenalina muchas veces hace que hagamos cosas de las que no nos creíamos capaces.
Juan se brincó una barda y pensó que eso ocuparía a sus perseguidores un buen tiempo así que tuvo que pensar bien en siguiente movimiento y decidió ir a un lugar al que sus perseguidores no llegarían nunca. Así que dobló por una esquina hacía la derecha y siguió de frente.
Mónica supo que no les iba a dar alcance a los demás así que pensó en que lugar se podría esconder Juan hasta que se le vino a la mente uno y agarró un camino que llevaba directo al lugar que ella creía era un buen escondite.
Juan corrió lo más rápido que pudo y llegó a una casa que llevaba algunos años sola, entró y cuando llegó a la sala quedo sorprendido pues vio a Mónica sentada en uno de los sillones.
― No cambias Juan ― dijo Mónica sonriendo ― ¿Qué tal si le hubiera dicho a mi hermano de este lugar?
Juan se sentó a un lado de Mónica y dijo seriamente:
― No se lo hubieras dicho.
― ¿Cómo lo sabes?
― Por que en caso de se te pasara el coraje conmigo no hubieramos podido regresar a este lugar. Si viniste aquí fue por que recuerdas todas ls noche que pasamos aquí qué no.
― Bueno…tienes razón.
De repente se escuchó un ruido en la entrada de la casa y Juan se asomó por la ventana y vio al hermano de Mónica y a sus amigos tratando de entrar.
― Nos han encontrado ― dijo Juan.
― Pues vamonos. Algún día me querré casar y no quiero que el novio este muerto.
Juan se acercó a Mónica y la beso luego le agarro la mano y salieron corriendo por la parte de atrás.
Gabriel caminaba sobre la calle más angosta de una de las colonias más peligrosas de la ciudad, llevaba sólo su, infaltable, cigarro Marlboro y la mano derecha a la altura de la cintura. Caminaba lentamente y la luz de la farola, a las tres de la mañana, no aluzaba mucho pero dejaba ver el escapulario que llevaba Gabriel sobre la camisa blanca. El infaltable escapulario con su típico color café y la virgen María de un lado y en el otro extremo del cordón San Judas Tadeo.
Llegó a una casa y abrió la puerta de golpe, entró y fue directamente a la recamara la cual también abrió bruscamente. Una señora y un señor se despertaron sobresaltados y miraron con terror al hombre que tenían enfrente.
― Buenas noches ― dijo Gabriel.
― ¿Qué haces aquí?
― Será mejor que no lo sepas.
Gabriel sacó la pistola con su mano derecha, la que llevaba a la altura de la cintura, y apuntó hacía el señor, jaló del gatillo, los ojos del señor habían adquirido una extraña mirada de terror y miedo y no conseguía articular palabra alguna. La señora sólo podía observar con esa mirada que tienen las mujeres y gritaba algo pero no se alcanzaba a entender en medio de aquella tensión. La bala salió disparada y se incrustó en medio de las cejas del señor que cayó tendido en la cama justo como se encontraba antes de que Gabriel irrumpiera en aquella habitación. La señora lloraba encima de su esposo y maldecía a Gabriel que sólo salió de aquel lugar sin decir nada y sin hacer caso de las palabras de aquella señora. Cuando se encontró a unos diez metros de la casa, a la que había entrado, agarró su escapulario con la mano derecha y se puso a rezar un Padre nuestro y un Ave María dedicada al difunto que yacía tirado en aquella cama.
El fugitivo
Juan estaba en casa de Mónica discutiendo por algunas viejas rencillas a que ahora salían a flote de nuevo.
― Pero esto no se queda así ― dijo Mónica enojada y apuntando con el dedo índice a Juan.
― ¿Qué vas hacer? ¿Hablarle a tu hermano mariguano y a sus amigos?¬― dijo Juan enojado.
― Ya le hable antes de que llegaras por si te atrevías hacerme algo.
― Eres una pendeja ― dijo Juan ahora con un toque de nerviosismo reflejado en su rostro ― ¿Hace cuanto que le hablaste?
― Ya deben estar por llegar ― dijo Mónica sorprendida ― .No me digas que tienes miedo.
― ¿Miedo? Esos putos están enfermos.
De repente se escucha el claxon de un carro Impala del año ´64 color verde y Juan lo reconoció al instante. Los pasajeros que iban en el carro se bajaron y se acomodaron las fuscas en el pantalón y uno saco una navaja. Juan no lo pensó dos veces y se dirigió a Mónica:
― A pesar de esto no olvides que te amo ¿O.k?
Juan se echo a correr lo más rápido que pudo y los cinco hombres que acababan de aparecer echaron a correr tras de él.
Mónica los vio pasar corriendo enfrente de ella que seguía parada junto a la puerta de su casa, estaba sorprendida por lo que le acababa de decir Juan y se dio cuenta de que llevaban ya tres años de novios y ahora estaban peleando por puras pendejadas y por cosas sin importancia que ya habían sido aclaradas en su momento. Se le vinieron a la mente recuerdos de cuando se conocieron, su primer beso, su primera relación sexual en la sala de su casa, su primer pleito y tantas otras cosas que la hicieron recapacitar y decidió ir tras su amado Juan así que echo a correr tras los demás.
Juan les llevaba buena ventaja, aparte de que era hábil la adrenalina muchas veces hace que hagamos cosas de las que no nos creíamos capaces.
Juan se brincó una barda y pensó que eso ocuparía a sus perseguidores un buen tiempo así que tuvo que pensar bien en siguiente movimiento y decidió ir a un lugar al que sus perseguidores no llegarían nunca. Así que dobló por una esquina hacía la derecha y siguió de frente.
Mónica supo que no les iba a dar alcance a los demás así que pensó en que lugar se podría esconder Juan hasta que se le vino a la mente uno y agarró un camino que llevaba directo al lugar que ella creía era un buen escondite.
Juan corrió lo más rápido que pudo y llegó a una casa que llevaba algunos años sola, entró y cuando llegó a la sala quedo sorprendido pues vio a Mónica sentada en uno de los sillones.
― No cambias Juan ― dijo Mónica sonriendo ― ¿Qué tal si le hubiera dicho a mi hermano de este lugar?
Juan se sentó a un lado de Mónica y dijo seriamente:
― No se lo hubieras dicho.
― ¿Cómo lo sabes?
― Por que en caso de se te pasara el coraje conmigo no hubieramos podido regresar a este lugar. Si viniste aquí fue por que recuerdas todas ls noche que pasamos aquí qué no.
― Bueno…tienes razón.
De repente se escuchó un ruido en la entrada de la casa y Juan se asomó por la ventana y vio al hermano de Mónica y a sus amigos tratando de entrar.
― Nos han encontrado ― dijo Juan.
― Pues vamonos. Algún día me querré casar y no quiero que el novio este muerto.
Juan se acercó a Mónica y la beso luego le agarro la mano y salieron corriendo por la parte de atrás.
lunes, 2 de junio de 2008
Y AHORA CON USTEDES LOS FANTASMAS DEL CARIBE
Bueno pos ahí les dejo este video pa que lo disfruten chido y se acuerden del intrañable pasado.
y, como dijo Durango, Los piratas del caribe son piratas de agua dulce comparados con estos weyes.
bueno disfrutenla chavos.
y, como dijo Durango, Los piratas del caribe son piratas de agua dulce comparados con estos weyes.
bueno disfrutenla chavos.
miércoles, 7 de mayo de 2008
Diario de un fumador
Ha pasado una semana desde que prometí dejar de fumar y, la verdad, ya me di cuenta de que no puedo cumplir esa promesa. Durante esa semana no pude escribir nada. Las palabras no fluían, no conseguía ligar dos oraciones. Además la desesperación me ganaba, se apoderaba de mí y no me permitía razonar.
Siempre había necesitado el cigarro para poder escribir, bien o mal, y eso lo note el día que tenía que entregar un cuento para una clase y no me legaban las ideas, así que salí de casa con mi cuaderno y mi pluma, fui a la tienda y compré dos cigarros y unos chicles, me senté en una banca del parque que esta frente a mí casa, prendí un cigarro y comencé a escribir: “La oscuridad reinaba sobre la calle solitaria por la que sólo transitaba el alma de un hombre que llevaba la cabeza gacha mientras fumaba un cigarrillo”. Ese hombre era yo y de ahí en adelante todo se fue dando, las palabras, las oraciones, los párrafos y ara terminar el escrito le imprimí el sello violento que no puede faltar junto a la presencia de la muerte.
¿La muerte? Sí la muerte es un paso seguro y el no fumar no va a cambiar nada aunque muchos digan que al menos uno debe tener una muerte digna y ahora me pregunto ¿Acaso hay muertes dignas? Yo creo que la muerte no es digna en ningún sentido. ¿Qué hay de digno en morirse mientras se esta comiendo o de alguna enfermedad?
La muerte es como “La filosofía de la caca” cuando te llega…ni pedo.
Hay veces que me preocupa seguir fumando sobretodo después de un percance que sufrí en el cual me empezó a doler el pecho y batallaba para respirar, afortunadamente todo fue un susto, o eso creo yo, desde entonces trate de no fumar demasiado y me puse una meta: sólo fumaría cuatro cigarrillos al día y lo he cumplido pero hace una semana quise probar mi fuerza de voluntad y prometí no fumar pero esta promesa sólo duro una semana por que al no aguantar más la ausencia del tabaco decidí ir a la tienda y comprar un cigarro y tal era mi desesperación que le revente al que atendía por que no me los quiso vender por que no traía la credencial de elector. Así que tuve que regresar a mí casa por ella y la busque desesperado, no la encontraba, tire libros, saque la ropa, abrí todos los cajones y al final la encontré en la mochila, la agarré y fui corriendo a la tienda y le volví a reventar al que atendía pero por fin me vendió los cigarros y me fui al parque a fumar, a gusto, sin que nadie nos molestase, éramos sólo el tabaco y yo y no existía nada a nuestro alrededor.
Cuando acabe de fumar, regrese a casa y agarre mi cuaderno y me puse a escribir no sin antes encender otro cigarrillo para inspirarme ¿Y, ahora qué podía escribir? Un cuento homicida tal vez o mejor aún un diario homicida ¿Porqué homicida? Por que se lo dedico a mi bendito vicio que un día me puede mandar al más allá pero mientras hay que disfrutar de este placer que nos otorga la naturaleza.
Siempre había necesitado el cigarro para poder escribir, bien o mal, y eso lo note el día que tenía que entregar un cuento para una clase y no me legaban las ideas, así que salí de casa con mi cuaderno y mi pluma, fui a la tienda y compré dos cigarros y unos chicles, me senté en una banca del parque que esta frente a mí casa, prendí un cigarro y comencé a escribir: “La oscuridad reinaba sobre la calle solitaria por la que sólo transitaba el alma de un hombre que llevaba la cabeza gacha mientras fumaba un cigarrillo”. Ese hombre era yo y de ahí en adelante todo se fue dando, las palabras, las oraciones, los párrafos y ara terminar el escrito le imprimí el sello violento que no puede faltar junto a la presencia de la muerte.
¿La muerte? Sí la muerte es un paso seguro y el no fumar no va a cambiar nada aunque muchos digan que al menos uno debe tener una muerte digna y ahora me pregunto ¿Acaso hay muertes dignas? Yo creo que la muerte no es digna en ningún sentido. ¿Qué hay de digno en morirse mientras se esta comiendo o de alguna enfermedad?
La muerte es como “La filosofía de la caca” cuando te llega…ni pedo.
Hay veces que me preocupa seguir fumando sobretodo después de un percance que sufrí en el cual me empezó a doler el pecho y batallaba para respirar, afortunadamente todo fue un susto, o eso creo yo, desde entonces trate de no fumar demasiado y me puse una meta: sólo fumaría cuatro cigarrillos al día y lo he cumplido pero hace una semana quise probar mi fuerza de voluntad y prometí no fumar pero esta promesa sólo duro una semana por que al no aguantar más la ausencia del tabaco decidí ir a la tienda y comprar un cigarro y tal era mi desesperación que le revente al que atendía por que no me los quiso vender por que no traía la credencial de elector. Así que tuve que regresar a mí casa por ella y la busque desesperado, no la encontraba, tire libros, saque la ropa, abrí todos los cajones y al final la encontré en la mochila, la agarré y fui corriendo a la tienda y le volví a reventar al que atendía pero por fin me vendió los cigarros y me fui al parque a fumar, a gusto, sin que nadie nos molestase, éramos sólo el tabaco y yo y no existía nada a nuestro alrededor.
Cuando acabe de fumar, regrese a casa y agarre mi cuaderno y me puse a escribir no sin antes encender otro cigarrillo para inspirarme ¿Y, ahora qué podía escribir? Un cuento homicida tal vez o mejor aún un diario homicida ¿Porqué homicida? Por que se lo dedico a mi bendito vicio que un día me puede mandar al más allá pero mientras hay que disfrutar de este placer que nos otorga la naturaleza.
martes, 29 de abril de 2008
Coolio-Ganstas paradise
bueno ahi les dejos el video de una rola que en lo personal me gusta mucho. Es todo un clásico dentro del Hip Hop y creo que se convirtió en algo como un himno. Esta rola es el soundtrack de una pelicula llamada "Mentes peligrosas" y la neta pues la pelicula esta chida. de hecho las peliculas de negros estan buenas (no todas) bueno ahi se los dejo pa que lo wachen realmente esta bien chido.
martes, 15 de abril de 2008
Cuatro semanas
Tenía unos ojos rasgados y de color verde, el pelo negro le llegaba a la altura de los hombros, era la mujer más hermosa que había conocido. No creo que ninguna otra dama se pueda comparar a ella en belleza. Era la mujer que casi llegaba a la perfección. Si no es por que la perfección es un defecto sin duda alguna ella sería perfecta.
Durante una semana me la pase de cantina en cantina escuchando esa música que me hacía recordarla porque, la verdad, es que no intento no pensar en ella, al contrario, quiero pensarla, sentirla cerca de mí aunque sea en mi pensamiento.
Varias ocasiones terminé en el bote por comenzar broncas dentro de la cantina. Cuando alguien quería quitar las canciones que yo había puesto se la hacía de pedo y terminaba agarrándome a putazos. Por ella.
Muchas ocasiones, ya cuando estaba en el bote, me acordaba de esas novelas de caballeros, cuando luchaban por su amada y la verdad es que eso era lo que había estado haciendo: peleando por mí Dulcinea. Tal vez algún día ella se diera cuenta de lo que he estado haciendo y cuando me vea se echara a mis brazos, con una sonrisa y a la vez con un aire de preocupación pero claro eso es sólo un sueño. Eso jamás podrá pasar.
Después de esa semana que pasé peregrinando de cantina en cantina, pase otra semana, metido en mi casa, pensando, leyendo, viendo películas. Estuve leyendo a Dostoievski, Henry Miller, Norman Mailer y empecé a tratar de imitarlos para no sentirme tan culero, para poder olvidarme de ella pero me di cuenta de que yo no podía dejarla, no podía hacer lo mismo que Dostoievski, que “El jugador”. Hubo un momento que desee ser ese jugador y perderme en el juego para olvidarme de ella pero no, no podía hacerlo.
Con las películas no me fue tan bien, empezaba a ver las películas que en otros tiempos eran un tesoro para mí, que no me aburría de verlas y ahora empezaron a aburrirme desde la primera escena. No soporte ver Pulp fiction. El padrino, Perros de reserva, Kill Bill, Scarface y las sustituí por comedias romanticas.
Esto si era ya un gran indicio de mí gran depresión. Mis amigos me colgarían si supieran que cambié a Tarantino por comedias románticas pero no lo pude evitar, esas películas mostraban exactamente lo que yo quería ver. Todas me hicieron llorar pero, como siempre, fue Million dollar baby la que más lagrimas me saco. Parecía un niño, lloraba como un niño.
En la tercera semana volví a salir de casa y fui a dar directamente a un congal pero no entré, sólo me quede ahí afuera viendo, observando, pensando. Si entraba no la podría olvidar además la estaría traicionando. No, lo mejor era irme de ese lugar y no volver nunca. La tercer semana me la pase vagando por la ciudad, a pie, necesitaba pensar, aclarar ciertas cosas, poner en orden mis ideas.
La cuarta semana me puse a escribir ciertos cuentos homicidas y terminé con este escrito para dejar constancia, de lo que hice desde que ella se fue y por que pienso ir tras ella. Necesito dar ese paso hacía otra vida, necesito comprobar que hay más allá pero, sobretodo, necesito ir tras ella.
Cuando lean esto se darán cuenta que mi objetivo en estas cuatro semanas es ir por ella, sólo que estaba buscando esas respuestas que necesitaba antes de ir en busca de otras aventuras, antes de encontrarla necesitaba definir bien que era lo que quería y lo que quiero es estar a su lado.
En este momento quiero terminar mi escrito, mi pequeño diario con el “poema” que le dije el día que nos conocimos. Aunque sólo es una estrofa: “Quisiera ser poeta, para componer bellos poemas, para que al momento de escucharlos pienses en ello, para que los tengas contigo, para que los recuerdes, para que los añores. Por eso más que poeta quisiera ser poema”.
Bueno es momento de despedirme de ustedes para ir en busca de ella. La muerte es sólo un paso para la evolución del alma y ese paso me toca darlo a mí, como lo dio ella hace cuatro semanas.
Durante una semana me la pase de cantina en cantina escuchando esa música que me hacía recordarla porque, la verdad, es que no intento no pensar en ella, al contrario, quiero pensarla, sentirla cerca de mí aunque sea en mi pensamiento.
Varias ocasiones terminé en el bote por comenzar broncas dentro de la cantina. Cuando alguien quería quitar las canciones que yo había puesto se la hacía de pedo y terminaba agarrándome a putazos. Por ella.
Muchas ocasiones, ya cuando estaba en el bote, me acordaba de esas novelas de caballeros, cuando luchaban por su amada y la verdad es que eso era lo que había estado haciendo: peleando por mí Dulcinea. Tal vez algún día ella se diera cuenta de lo que he estado haciendo y cuando me vea se echara a mis brazos, con una sonrisa y a la vez con un aire de preocupación pero claro eso es sólo un sueño. Eso jamás podrá pasar.
Después de esa semana que pasé peregrinando de cantina en cantina, pase otra semana, metido en mi casa, pensando, leyendo, viendo películas. Estuve leyendo a Dostoievski, Henry Miller, Norman Mailer y empecé a tratar de imitarlos para no sentirme tan culero, para poder olvidarme de ella pero me di cuenta de que yo no podía dejarla, no podía hacer lo mismo que Dostoievski, que “El jugador”. Hubo un momento que desee ser ese jugador y perderme en el juego para olvidarme de ella pero no, no podía hacerlo.
Con las películas no me fue tan bien, empezaba a ver las películas que en otros tiempos eran un tesoro para mí, que no me aburría de verlas y ahora empezaron a aburrirme desde la primera escena. No soporte ver Pulp fiction. El padrino, Perros de reserva, Kill Bill, Scarface y las sustituí por comedias romanticas.
Esto si era ya un gran indicio de mí gran depresión. Mis amigos me colgarían si supieran que cambié a Tarantino por comedias románticas pero no lo pude evitar, esas películas mostraban exactamente lo que yo quería ver. Todas me hicieron llorar pero, como siempre, fue Million dollar baby la que más lagrimas me saco. Parecía un niño, lloraba como un niño.
En la tercera semana volví a salir de casa y fui a dar directamente a un congal pero no entré, sólo me quede ahí afuera viendo, observando, pensando. Si entraba no la podría olvidar además la estaría traicionando. No, lo mejor era irme de ese lugar y no volver nunca. La tercer semana me la pase vagando por la ciudad, a pie, necesitaba pensar, aclarar ciertas cosas, poner en orden mis ideas.
La cuarta semana me puse a escribir ciertos cuentos homicidas y terminé con este escrito para dejar constancia, de lo que hice desde que ella se fue y por que pienso ir tras ella. Necesito dar ese paso hacía otra vida, necesito comprobar que hay más allá pero, sobretodo, necesito ir tras ella.
Cuando lean esto se darán cuenta que mi objetivo en estas cuatro semanas es ir por ella, sólo que estaba buscando esas respuestas que necesitaba antes de ir en busca de otras aventuras, antes de encontrarla necesitaba definir bien que era lo que quería y lo que quiero es estar a su lado.
En este momento quiero terminar mi escrito, mi pequeño diario con el “poema” que le dije el día que nos conocimos. Aunque sólo es una estrofa: “Quisiera ser poeta, para componer bellos poemas, para que al momento de escucharlos pienses en ello, para que los tengas contigo, para que los recuerdes, para que los añores. Por eso más que poeta quisiera ser poema”.
Bueno es momento de despedirme de ustedes para ir en busca de ella. La muerte es sólo un paso para la evolución del alma y ese paso me toca darlo a mí, como lo dio ella hace cuatro semanas.
viernes, 4 de abril de 2008
Amanece frío
Amaneció, frío como siempre en esta ciudad, frío como su gente. No importa que amanezca con este clima porque para eso de las once de la mañana el sol esta en todo su esplendor y calentando este valle que de interesante tiene mucho o poco depende de donde se vea. Una vez le pregunté a unas personas a qué personaje conocían de aquí, de Saltillo y la mayoría me contestó que a Manuel Acuña, Oscar Flores Tapía otros que a Catón, Brisia, Moreira y no faltó el despistado que contestó que Francisco I. Madero. Puta. De jodido me hubieran mencionado alguna prostituta que tan famosas se vuelven. De perdido no hubieran mostrado su ignorancia.
La mañana estaba fría, aún así me levante de la cama, me puse un pantalón de mezclilla, una camisa y salí, tenía un encargo que hacer. Caminé por veinte minutos y llegué al centro ahí tomé un camión que me llevaba a una de las colonias más peligrosas de la cuidad. Me iba a meter en la boca del lobo pero que importa, ya que todo tenía sentido para mí. Cuando llegué a la colonia me bajé del camión y caminé por una de las calles más angostas hasta llegar a cierta casa que estaba custodiada por un chingo de güeyes que tenían toda la noche pisteando. ¿Cómo le hacían para aguantar toda la noche? Supongo que con un buen pase. Todos se me quedaron viendo y yo me paré enfrente de ellos y les grité: “¿Dónde chingados esta el “Dux”? Todos se me quedaron viendo preguntándose quién coños era yo para llegar y gritarles pero de entre todos salió una mujer, muy guapa por cierto, de unos veinte años a lo mucho, con pantalones holgados, un jersey del equipo de basketball de Miami y abajo una playera blanca. A pesar de la vestimenta se podía observar que poseía muy buen cuerpo. La joven me dijo: “¿Para qué lo quieres?” “Necesito aclarar unos asuntos pendientes con él” le dije. “Pues ahorita no esta, pero estoy yo, si quieres puedes arreglar lo que quieras conmigo” “No corazón. No puedo arreglar estos asuntos contigo, tengo que verlo a él. ¿A qué hora lo puedo encontrar?” “Vente como a las tres” “Ora. Si no puedo venir a esa hora yo lo buscó otro día. Gracias”.
Me fui de ese lugar, había fracasado, no encontré a este güey pero volveré un día, tal vez mañana. Llegue a casa y me tiré en la cama, abrí un libro llamado Trópico de capricornio y me puse a leer hasta quedarme dormido. Desperté como a eso de las cinco de la tarde y fui de nuevo al centro, el calor estaba fuerte, me metí al mercado y ahí en un puesto de discos pirata me encontré con la chava del jersey de Miami. Ella me reconoció al instante y se acercó a mí diciéndome: “¿Para que andas buscando al Dux?” “Eso es algo que no te incumbe.” “Claro que me incumbe es mi novio.” No le contesté y me puse a ver un disco. De repente me volvió a interrumpir: “Que te parece si te invito algo de tomar y me cuentas.” “Bueno” le conteste por fin porque necesitaba algo de tomar y si ella invitaba para mi mucho mejor.
Entramos a un bar y pidió una cubeta, yo no podía dejar de verla y se dio cuenta de ello porque empezó hacerme preguntas más personales. Cuando nos acabamos la cubeta la invité a mi casa y ella accedió.
Llegamos a mi casa nos sentamos en la sala y me agarró la mano. Estuvimos platicando de cosas que no recuerdo, no puse atención yo sólo deseaba tenerla aunque sólo fuera esta vez. Ella se acercó a mi y me beso, yo correspondí al beso y la temperatura empezó a subir, le acariciaba cada centímetro del cuerpo después la cargue en mis brazos y la lleve a mi recamara. Ahí la recosté en la cama y la desvestí por completo y ella hizo lo mismo conmigo. Después la besé y la seguí acariciando hasta que la penetré con fuerza ella gritó y clavo sus uñas en mi espalda. Lo disfrutaba. Cuando acabamos ella se recargó en mi pecho y después de unos quince minutos me levanté y le dije: “Es momento de que te vayas. En realidad me gustas y te deseo. Quisiera cogerte todo el día pero tengo asuntos que atender y tu no los comprenderás nunca”. Ella se levantó, se vistió y se fue. Para siempre.
Al siguiente día fui otra vez a buscar al Dux y esta vez salió él. Me miro atentamente y no pronunció palabra alguna. Yo tenía mis ojos clavados en él, saqué mi arma y le disparé. Le di en la frente. Cayó muerto y en eso mucha gente que escuchó el disparo salió de su casa para ver lo que ocurría y asustados comenzaron a gritar, a llorar. La chava de jersey corrió hasta el cuerpo del Dux llorando, lo recargó en su abundante pecho, ese mismo que yo había acariciado hace unas horas. Yo me fui del lugar caminando, pasando entre las miradas acusadoras de los vecinos pero eso no me importaba. Lo único que en realidad importaba era que ese güey había pagado por haber violado y matado a mi novia.
Ah, por cierto, la chava del jersey se llama Monica.
La mañana estaba fría, aún así me levante de la cama, me puse un pantalón de mezclilla, una camisa y salí, tenía un encargo que hacer. Caminé por veinte minutos y llegué al centro ahí tomé un camión que me llevaba a una de las colonias más peligrosas de la cuidad. Me iba a meter en la boca del lobo pero que importa, ya que todo tenía sentido para mí. Cuando llegué a la colonia me bajé del camión y caminé por una de las calles más angostas hasta llegar a cierta casa que estaba custodiada por un chingo de güeyes que tenían toda la noche pisteando. ¿Cómo le hacían para aguantar toda la noche? Supongo que con un buen pase. Todos se me quedaron viendo y yo me paré enfrente de ellos y les grité: “¿Dónde chingados esta el “Dux”? Todos se me quedaron viendo preguntándose quién coños era yo para llegar y gritarles pero de entre todos salió una mujer, muy guapa por cierto, de unos veinte años a lo mucho, con pantalones holgados, un jersey del equipo de basketball de Miami y abajo una playera blanca. A pesar de la vestimenta se podía observar que poseía muy buen cuerpo. La joven me dijo: “¿Para qué lo quieres?” “Necesito aclarar unos asuntos pendientes con él” le dije. “Pues ahorita no esta, pero estoy yo, si quieres puedes arreglar lo que quieras conmigo” “No corazón. No puedo arreglar estos asuntos contigo, tengo que verlo a él. ¿A qué hora lo puedo encontrar?” “Vente como a las tres” “Ora. Si no puedo venir a esa hora yo lo buscó otro día. Gracias”.
Me fui de ese lugar, había fracasado, no encontré a este güey pero volveré un día, tal vez mañana. Llegue a casa y me tiré en la cama, abrí un libro llamado Trópico de capricornio y me puse a leer hasta quedarme dormido. Desperté como a eso de las cinco de la tarde y fui de nuevo al centro, el calor estaba fuerte, me metí al mercado y ahí en un puesto de discos pirata me encontré con la chava del jersey de Miami. Ella me reconoció al instante y se acercó a mí diciéndome: “¿Para que andas buscando al Dux?” “Eso es algo que no te incumbe.” “Claro que me incumbe es mi novio.” No le contesté y me puse a ver un disco. De repente me volvió a interrumpir: “Que te parece si te invito algo de tomar y me cuentas.” “Bueno” le conteste por fin porque necesitaba algo de tomar y si ella invitaba para mi mucho mejor.
Entramos a un bar y pidió una cubeta, yo no podía dejar de verla y se dio cuenta de ello porque empezó hacerme preguntas más personales. Cuando nos acabamos la cubeta la invité a mi casa y ella accedió.
Llegamos a mi casa nos sentamos en la sala y me agarró la mano. Estuvimos platicando de cosas que no recuerdo, no puse atención yo sólo deseaba tenerla aunque sólo fuera esta vez. Ella se acercó a mi y me beso, yo correspondí al beso y la temperatura empezó a subir, le acariciaba cada centímetro del cuerpo después la cargue en mis brazos y la lleve a mi recamara. Ahí la recosté en la cama y la desvestí por completo y ella hizo lo mismo conmigo. Después la besé y la seguí acariciando hasta que la penetré con fuerza ella gritó y clavo sus uñas en mi espalda. Lo disfrutaba. Cuando acabamos ella se recargó en mi pecho y después de unos quince minutos me levanté y le dije: “Es momento de que te vayas. En realidad me gustas y te deseo. Quisiera cogerte todo el día pero tengo asuntos que atender y tu no los comprenderás nunca”. Ella se levantó, se vistió y se fue. Para siempre.
Al siguiente día fui otra vez a buscar al Dux y esta vez salió él. Me miro atentamente y no pronunció palabra alguna. Yo tenía mis ojos clavados en él, saqué mi arma y le disparé. Le di en la frente. Cayó muerto y en eso mucha gente que escuchó el disparo salió de su casa para ver lo que ocurría y asustados comenzaron a gritar, a llorar. La chava de jersey corrió hasta el cuerpo del Dux llorando, lo recargó en su abundante pecho, ese mismo que yo había acariciado hace unas horas. Yo me fui del lugar caminando, pasando entre las miradas acusadoras de los vecinos pero eso no me importaba. Lo único que en realidad importaba era que ese güey había pagado por haber violado y matado a mi novia.
Ah, por cierto, la chava del jersey se llama Monica.
miércoles, 26 de marzo de 2008
Harry Potter y las reliquias de la muerte
Pues acabo de terminar de leer este libro, yo se que me tarde un poco en leerlo pero es que no contaba con lo fondos suficientes para comprarlo (sigo sin tenerlos. El libro es de mi hermana) y la verdad yo esperaba mucho más de esta ultima entrega. El libro por momentos me gusto, había partes que me aburrían pero si se pretende hacer una buena película en dos partes, de este libro, pues creo que se tiene el material suficiente.
No voy a contarles la historia ni muchos menos (aunque muchos lo han leído ya) voy a decirle quien se murió y quien sobrevivió y tampoco tengo pensado contarles el desastroso final.
Espero que los juicios que hago no desanimen, a los que aún no lo han leído, a comprar este libro.
Me he puesto a pensar y creo que es buena idea comprar el libro (o lo libros) y así cuando nuestros hijos crezcan y oigan hablar de Harry Potter pues se les puede dar la sorpresa de que en casa están los libros, primera edición en español y porque no, en ingles y por cierto se les dirá que esta prohibido que los agarren por que son un “tesoro”.
Por ejemplo a mi me gustaría tener la primera edición de Los tipos duros no bailan pero el caso es que no la tengo.
El final del libro no me gusto, pero bueno, no se fien de mi comentario que se puede esperar de alguien a quien le gustan las películas de Tarantino y que le gusta leer a Norman Mailer y Henry Miller. La verdad yo esperaba más acción, sangre, homicidios (aunque hay muchos pero les falta el factor acción) pero aquí el único culpable de mi desilusión soy yo por leer un libro que “es para niños”.
Pero bueno el tema del libro queda en la historia y ahora hay que enfocarse en las películas que es lo que sigue. Espero que las películas que vienen (la seis y las dos partes de la siete) estén a la altura de libro y se puedan convertir en unas épicas realmente fascinantes. Se que pido demasiado por que si no lo han hecho con la otras cinco películas pues que se puede esperar de las que vienen.
No espero algo monumental como Stars Wars, lord of the rings o Matrix pero si algo digno de recordarse. Creo que hay material para hacerlo. La única película de Narnia (hasta el momento) esta mucho mejor que todas las de Harry.
Ahora me surge una pregunta ¿qué hubiera pasado si Steven Spielberg, con Daniel en el papel protagónico y no el niño del sexto sentido, hubiera dirigido la película de Harry?
No sabría yo contestar esa pregunta.
Antes de leer Harry Potter a mi no me gustaba y hubo una pequeña discusión con un amiga y acepte el reto de leerlos todos y al final le diría que me pareció y ahora le digo que me gusto a medias por que unos libros estaban realmente buenos pero otros sencillamente no me gustaban (como el ultimo)
Bueno, como recomendación, lean el libro y así cuando tengan veinte años y digan “ya tengo veinte y no he hecho nada” les complacerá el hecho de haber pasado por lo menos tres días (por libro) leyendo algo que posteriormente puede convertirse en un clásico.
No voy a contarles la historia ni muchos menos (aunque muchos lo han leído ya) voy a decirle quien se murió y quien sobrevivió y tampoco tengo pensado contarles el desastroso final.
Espero que los juicios que hago no desanimen, a los que aún no lo han leído, a comprar este libro.
Me he puesto a pensar y creo que es buena idea comprar el libro (o lo libros) y así cuando nuestros hijos crezcan y oigan hablar de Harry Potter pues se les puede dar la sorpresa de que en casa están los libros, primera edición en español y porque no, en ingles y por cierto se les dirá que esta prohibido que los agarren por que son un “tesoro”.
Por ejemplo a mi me gustaría tener la primera edición de Los tipos duros no bailan pero el caso es que no la tengo.
El final del libro no me gusto, pero bueno, no se fien de mi comentario que se puede esperar de alguien a quien le gustan las películas de Tarantino y que le gusta leer a Norman Mailer y Henry Miller. La verdad yo esperaba más acción, sangre, homicidios (aunque hay muchos pero les falta el factor acción) pero aquí el único culpable de mi desilusión soy yo por leer un libro que “es para niños”.
Pero bueno el tema del libro queda en la historia y ahora hay que enfocarse en las películas que es lo que sigue. Espero que las películas que vienen (la seis y las dos partes de la siete) estén a la altura de libro y se puedan convertir en unas épicas realmente fascinantes. Se que pido demasiado por que si no lo han hecho con la otras cinco películas pues que se puede esperar de las que vienen.
No espero algo monumental como Stars Wars, lord of the rings o Matrix pero si algo digno de recordarse. Creo que hay material para hacerlo. La única película de Narnia (hasta el momento) esta mucho mejor que todas las de Harry.
Ahora me surge una pregunta ¿qué hubiera pasado si Steven Spielberg, con Daniel en el papel protagónico y no el niño del sexto sentido, hubiera dirigido la película de Harry?
No sabría yo contestar esa pregunta.
Antes de leer Harry Potter a mi no me gustaba y hubo una pequeña discusión con un amiga y acepte el reto de leerlos todos y al final le diría que me pareció y ahora le digo que me gusto a medias por que unos libros estaban realmente buenos pero otros sencillamente no me gustaban (como el ultimo)
Bueno, como recomendación, lean el libro y así cuando tengan veinte años y digan “ya tengo veinte y no he hecho nada” les complacerá el hecho de haber pasado por lo menos tres días (por libro) leyendo algo que posteriormente puede convertirse en un clásico.
domingo, 23 de marzo de 2008
Dragon ball gt
La verdad es que, a pesar de que la saga no me gusto mucho, el opening de esta serie se me hace que esta con madre.
Tu sonrisa tan resplandeciente
a mi corazón deja encantado
ven toma mi mano para huir de esta terrible oscuridad.
En el instante en que te volví a encontrar
mi mente trajo a mí aquel hermoso lugar
que cuando era niño fue tan valioso para mí.
Quiero saber si acaso tú conmigo quieres bailar
si me das tu mano te llevaré
por un camino cubierto de luz y oscuridad.
Tal vez sigues pensando en él
no puedo yo saberlo pero se y entiendo
que amor necesitas tú
y el valor para pelear en ti lo hayarás.
Mi corazón encantado vibra
por el polvo de esperanza y magia
del universo que ambicionan todos poseer.
Voy amarte para toda la vida
no me importa si aun no te intereso
ven toma mi mano para huir de esta infinita oscuridad
Tu sonrisa tan resplandeciente
a mi corazón deja encantado
ven toma mi mano para huir de esta terrible oscuridad.
En el instante en que te volví a encontrar
mi mente trajo a mí aquel hermoso lugar
que cuando era niño fue tan valioso para mí.
Quiero saber si acaso tú conmigo quieres bailar
si me das tu mano te llevaré
por un camino cubierto de luz y oscuridad.
Tal vez sigues pensando en él
no puedo yo saberlo pero se y entiendo
que amor necesitas tú
y el valor para pelear en ti lo hayarás.
Mi corazón encantado vibra
por el polvo de esperanza y magia
del universo que ambicionan todos poseer.
Voy amarte para toda la vida
no me importa si aun no te intereso
ven toma mi mano para huir de esta infinita oscuridad
sábado, 15 de marzo de 2008
Caballeros del zodiaco
Quien no vio esta serie? Yo creo que todos hemos visto esta serie que marco una generación, como tambien lo hizo Dragon ball.
Estaba viendo unos DVD´s que tenía arrumbados y me encontre con un capitulo de las 12 casas y empece a recordar toda la caricatura.
Aqui les dejo el opening para que recuerden los buenos tiempos cuando no teniamos compromiso de nada.
Estaba viendo unos DVD´s que tenía arrumbados y me encontre con un capitulo de las 12 casas y empece a recordar toda la caricatura.
Aqui les dejo el opening para que recuerden los buenos tiempos cuando no teniamos compromiso de nada.
lunes, 3 de marzo de 2008
Ahorcala
Llegas a la fiesta un poco borracho, la música esta exageradamente fuerte y para poder hablar tienes que salirte de ahí pero tú no tienes ganas de hablar sino de bailar. Consigues una pareja y empiezan a mover el cuerpo al ritmo de la música.
Ella te coquetea y tú te dejas llevar por el ambiente. Tiene unas piernas bien torneadas, unos pechos firmes y al ver su rostro pareciera el de una niña. Pega su cuerpo al tuyo y eso te enciende. Empiezas a palpar cada parte de su cuerpo y le propones salir de ese lugar. Al alejarse del ruido ya puedes hablar y preguntarle su nombre pero decides no hacerlo ¿Qué importa su nombre?
Llevan cerca de quince minutos caminando y ella te invita a su casa. Tú aceptas la invitación pero antes debes pasar por unas bebidas y de paso compras una cuerda y thiner que necesitas para un trabajo que tienes que hacer.
Llegas a su casa y empiezan a beber, sacas un cigarro, lo enciendes y empiezas a lanzar bocanadas de humo. Ella habla sin parar y lo único que deseas en ese momento es que se calle. Ella también empieza a fumar un cigarro, te lanza unos ojos provocadores, sabes que se esta muriendo por coger, por eso debes actuar con frialdad y cuando llegue el momento indicado harás lo que ella esta deseando.
Ella te pregunta por tu familia y no tienes deseos de contestar a esas preguntas pero lo tienes que hacer. Le inventas cualquier cosa acerca de tu madre pero recuerdas que ella te abandonó en un orfanato, también le cuentas mentiras acerca de tu padre aunque sabes bien que los abandonó cuando eras un pequeño. Te pregunta por tu infancia, tú te incomodas con esas preguntas pero le contestas, le dices que fuiste a la escuela donde tenías muy buenas calificaciones y muchos amigos con los que jugabas fútbol a la hora del receso.
Enciendes otro cigarro, la platica se extendió demasiado, ya estas un poco harto de esa mujer con rostro de niña. Sin embargo ya no puedes resistirte a tener esas piernas, esos senos. Así que te acercas y la besas, ella corresponde al beso, empiezas a acariciarla, le quitas la ropa hasta dejarla completamente desnuda y la penetras con fuerza. Ella se aferra a ti y te clava sus uñas en la espalda. Terminas y enciendes un cigarro, ella sigue recostada en la cama. No logras comprender su expresión, no sabes si lo disfrutó o no pero a ti eso es lo que menos te importa. Ya la tuviste.
Agarras una cerveza y te la estas tomando, ella te mira atenta. Tú estas sentado en el sillón desnudo y ella se para, se ve divina. Terminas tu cerveza y avientas el envase. Ella se acerca a ti pero tú sacas una pistola y le apuntas. Ella se asusta. Le ordenas que se pare frente a ti y ella lo hace. Ahora le ordenas que te baile y así lo hace.
Tú sigues sentado en el sillón, fumando un cigarro. La mujer esta completamente desconcertada, no sabe por que estas haciendo todo eso.
Sacas la cuerda y le ordenas que le haga un nudo y que se la ponga en el cuello después le avientas el thiner al cuerpo. Empieza a gritar y eso te divierte. Ahora le avientas un cerillo y su expresión es de lo más divertida, el cerillo se apagó en el aire y no llegó a su cuerpo bañado en thiner.
Le pides que te pase la cuerda que sobro, mientras la otra parte sigue enrollada a su cuello, y amenazas con tirar de la cuerda, ella te suplica que no lo hagas pero eso te enciende más.
La mujer con rostro de niña sigue con una expresión que se te hace de lo más divertida pues esa misma expresión fue la que puso tu madre antes de que la mataras después de que te abandono en el orfanato.
Finalmente tiras de la pequeña cuerda con fuerza y la ahorcas. Se cae al piso y te recuerda a tu padre quien quedo en la misma posición en la que ahora yace la mujer con rostro de niña.
Sales de esa casa y regresas a la fiesta. Consigues un hombre con rostro de niño y salen del lugar, él te invita a su casa y tu aceptas pero antes debes llegar por unas cervezas y de paso compras gasolina y una cuerda que necesitas para un trabajo que tienes que hacer.
Ella te coquetea y tú te dejas llevar por el ambiente. Tiene unas piernas bien torneadas, unos pechos firmes y al ver su rostro pareciera el de una niña. Pega su cuerpo al tuyo y eso te enciende. Empiezas a palpar cada parte de su cuerpo y le propones salir de ese lugar. Al alejarse del ruido ya puedes hablar y preguntarle su nombre pero decides no hacerlo ¿Qué importa su nombre?
Llevan cerca de quince minutos caminando y ella te invita a su casa. Tú aceptas la invitación pero antes debes pasar por unas bebidas y de paso compras una cuerda y thiner que necesitas para un trabajo que tienes que hacer.
Llegas a su casa y empiezan a beber, sacas un cigarro, lo enciendes y empiezas a lanzar bocanadas de humo. Ella habla sin parar y lo único que deseas en ese momento es que se calle. Ella también empieza a fumar un cigarro, te lanza unos ojos provocadores, sabes que se esta muriendo por coger, por eso debes actuar con frialdad y cuando llegue el momento indicado harás lo que ella esta deseando.
Ella te pregunta por tu familia y no tienes deseos de contestar a esas preguntas pero lo tienes que hacer. Le inventas cualquier cosa acerca de tu madre pero recuerdas que ella te abandonó en un orfanato, también le cuentas mentiras acerca de tu padre aunque sabes bien que los abandonó cuando eras un pequeño. Te pregunta por tu infancia, tú te incomodas con esas preguntas pero le contestas, le dices que fuiste a la escuela donde tenías muy buenas calificaciones y muchos amigos con los que jugabas fútbol a la hora del receso.
Enciendes otro cigarro, la platica se extendió demasiado, ya estas un poco harto de esa mujer con rostro de niña. Sin embargo ya no puedes resistirte a tener esas piernas, esos senos. Así que te acercas y la besas, ella corresponde al beso, empiezas a acariciarla, le quitas la ropa hasta dejarla completamente desnuda y la penetras con fuerza. Ella se aferra a ti y te clava sus uñas en la espalda. Terminas y enciendes un cigarro, ella sigue recostada en la cama. No logras comprender su expresión, no sabes si lo disfrutó o no pero a ti eso es lo que menos te importa. Ya la tuviste.
Agarras una cerveza y te la estas tomando, ella te mira atenta. Tú estas sentado en el sillón desnudo y ella se para, se ve divina. Terminas tu cerveza y avientas el envase. Ella se acerca a ti pero tú sacas una pistola y le apuntas. Ella se asusta. Le ordenas que se pare frente a ti y ella lo hace. Ahora le ordenas que te baile y así lo hace.
Tú sigues sentado en el sillón, fumando un cigarro. La mujer esta completamente desconcertada, no sabe por que estas haciendo todo eso.
Sacas la cuerda y le ordenas que le haga un nudo y que se la ponga en el cuello después le avientas el thiner al cuerpo. Empieza a gritar y eso te divierte. Ahora le avientas un cerillo y su expresión es de lo más divertida, el cerillo se apagó en el aire y no llegó a su cuerpo bañado en thiner.
Le pides que te pase la cuerda que sobro, mientras la otra parte sigue enrollada a su cuello, y amenazas con tirar de la cuerda, ella te suplica que no lo hagas pero eso te enciende más.
La mujer con rostro de niña sigue con una expresión que se te hace de lo más divertida pues esa misma expresión fue la que puso tu madre antes de que la mataras después de que te abandono en el orfanato.
Finalmente tiras de la pequeña cuerda con fuerza y la ahorcas. Se cae al piso y te recuerda a tu padre quien quedo en la misma posición en la que ahora yace la mujer con rostro de niña.
Sales de esa casa y regresas a la fiesta. Consigues un hombre con rostro de niño y salen del lugar, él te invita a su casa y tu aceptas pero antes debes llegar por unas cervezas y de paso compras gasolina y una cuerda que necesitas para un trabajo que tienes que hacer.
jueves, 28 de febrero de 2008
Camino
Me voy muriendo...
donde dejo el vacío
queda el recuerdo
y así lleno el futuro
que aparece hueco
No procedas al entierro,
antes bien mira mi cadáver
y busca signos de hierro
por los que mi alma
no pude entender.
No, no dejo vacío en tu corazón,
dejo espacio libre para tu futuro,
encuentra tu alma...
No la pierdas, pues yo nunca la encontré.
María OZ
donde dejo el vacío
queda el recuerdo
y así lleno el futuro
que aparece hueco
No procedas al entierro,
antes bien mira mi cadáver
y busca signos de hierro
por los que mi alma
no pude entender.
No, no dejo vacío en tu corazón,
dejo espacio libre para tu futuro,
encuentra tu alma...
No la pierdas, pues yo nunca la encontré.
María OZ
Contigo puedo hacer una excepción
——Bueno, tú sabes de eso. ——Dijo el jaque —– Cuando le vas a disparar a alguna persona generalmente suplica por su vida. ¿Por qué no pueden simplemente aceptar su destino? Resignarse. Decir: “Bueno estoy en tus manos, hágase tu voluntad”. Eso sería realmente bueno. En ese momento tal vez pienses un poco en perdonarle la vida.
—— ¿Sabes una cosa? ——Dijo el Dux—— Tal vez tengas razón. Cuando la victima empieza a suplicar por su vida entonces no merece la pena dejarla vivir. Eso quiere decir que su vida es miserable y que no vale nada. Aunque hay unos cuantos, por ejemplo, que tienen familia y que están suplicando por su vida para poder estar con ellos, para ver crecer a sus hijos, para darles consejos, apoyarlos.
——Entonces eso debieron haber pensado eso antes de meterse en líos.
El Jaque y el Dux llevaban a cabo esta conversación en la habitación de la casa de un hombre muy importante dentro de esta ciudad. El dueño de la casa estaba tirado en el piso. El Jaque estaba sentado en un sillón con una 380 en el regazo y el Dux en el borde de la cama frente a su compañero.
——Por ejemplo este hombre——Dijo el Jaque señalando al hombre tirado en el piso ——debió haber pensado en su hija antes de meterse en negocios que no podía controlar. Mi jefe fue muy paciente con este sujeto pero como tu sabes en este business la paciencia no dura mucho. Tú estas en este lugar por la misma razón que yo. Tú también lo viniste a matar sólo que el destino nos tenía preparado este encuentro. Aunque debo confesarte que alguna vez soñé con que la vida nos tuviera en esta situación.
—— ¿Y, en lo qué soñaste estaba el asesinarme?
——Claro ¿Si no para que lo soñaba?
——En eso tienes razón.
——Bueno…entonces vas hacerlo o no.
——Sí. Sólo quería conversar por última vez contigo. Aunque no lo creas siempre he disfrutado de tus conversaciones. Lastima que el destino nos haya puesto en caminos diferentes ¿Te imaginas el dúo que haríamos?
——Me imagino que sería un desastre. Nunca nos pondríamos de acuerdo. Somos dos mundos totalmente distintos. Aunque nuestro objetivo sea el mismo: Matar para que nuestros jefes no se ensucien las manos.
——Una vez alguien me preguntó: “¿Por qué matas? ¿Nunca te ha remordido la conciencia? ¿No sientes nada por tu víctima?” y yo le respondí: “Mato porque es mi trabajo y nunca me ha remordido la conciencia y por último si siento algo por mi víctima: envidia, lastima.
——En ese sentido yo hubiera respondido lo mismo que tú. Bueno… Antes de que me mates ¿Puedo pedirte un favor?
——Sí, dímelo.
——Antes, mucho antes de dedicarme a este negocio siempre soñé con que el día que muriera lo haría sentado en un sillón con una copa de coñac y más delante quise tomarme esa última copa con una persona con quien disfrutara tener una buena conversación. Eso es lo que te pido que accedas a tomarte una copa conmigo.
——Bueno generalmente no acostumbro hacer este tipo de cosas pero hoy puedo hacer una excepción.
El Dux se levantó de la cama y fue al frigobar. De ahí sacó una botella a la que le quedaba una dosis para tres copas. Sirvió dos copas. Una a su próximo asesino y otra él. Alzó la copa al aire y dijo fuerte:
——Salud por la vida y por la muerte para que los que viven sigan siendo dichosos y los que mueren algún día tengan el perdón de nuestro señor. ¡Salud!
Los dos le dieron un trago a la copa.
——No creí que algún día pidieras perdón a Dios.
——Llega cierta edad en la que Dios entra a tu vida de una manera ú otra.
——Si tú lo dices.
Los dos le dieron el último trago a la copa y el Dux la puso en el suelo, luego se recargó bien en el sillón.
El Jaque se paro del lugar en el que estaba. Agarró bien su arma apuntando a su compañero y luego sólo apretó el gatillo dejando salir la bala que se incrustó en medio de las cejas del Dux. Se acercó a la botella y se tomó lo que quedaba y salió de la casa, se subió a su Jetta y se fue.
—— ¿Sabes una cosa? ——Dijo el Dux—— Tal vez tengas razón. Cuando la victima empieza a suplicar por su vida entonces no merece la pena dejarla vivir. Eso quiere decir que su vida es miserable y que no vale nada. Aunque hay unos cuantos, por ejemplo, que tienen familia y que están suplicando por su vida para poder estar con ellos, para ver crecer a sus hijos, para darles consejos, apoyarlos.
——Entonces eso debieron haber pensado eso antes de meterse en líos.
El Jaque y el Dux llevaban a cabo esta conversación en la habitación de la casa de un hombre muy importante dentro de esta ciudad. El dueño de la casa estaba tirado en el piso. El Jaque estaba sentado en un sillón con una 380 en el regazo y el Dux en el borde de la cama frente a su compañero.
——Por ejemplo este hombre——Dijo el Jaque señalando al hombre tirado en el piso ——debió haber pensado en su hija antes de meterse en negocios que no podía controlar. Mi jefe fue muy paciente con este sujeto pero como tu sabes en este business la paciencia no dura mucho. Tú estas en este lugar por la misma razón que yo. Tú también lo viniste a matar sólo que el destino nos tenía preparado este encuentro. Aunque debo confesarte que alguna vez soñé con que la vida nos tuviera en esta situación.
—— ¿Y, en lo qué soñaste estaba el asesinarme?
——Claro ¿Si no para que lo soñaba?
——En eso tienes razón.
——Bueno…entonces vas hacerlo o no.
——Sí. Sólo quería conversar por última vez contigo. Aunque no lo creas siempre he disfrutado de tus conversaciones. Lastima que el destino nos haya puesto en caminos diferentes ¿Te imaginas el dúo que haríamos?
——Me imagino que sería un desastre. Nunca nos pondríamos de acuerdo. Somos dos mundos totalmente distintos. Aunque nuestro objetivo sea el mismo: Matar para que nuestros jefes no se ensucien las manos.
——Una vez alguien me preguntó: “¿Por qué matas? ¿Nunca te ha remordido la conciencia? ¿No sientes nada por tu víctima?” y yo le respondí: “Mato porque es mi trabajo y nunca me ha remordido la conciencia y por último si siento algo por mi víctima: envidia, lastima.
——En ese sentido yo hubiera respondido lo mismo que tú. Bueno… Antes de que me mates ¿Puedo pedirte un favor?
——Sí, dímelo.
——Antes, mucho antes de dedicarme a este negocio siempre soñé con que el día que muriera lo haría sentado en un sillón con una copa de coñac y más delante quise tomarme esa última copa con una persona con quien disfrutara tener una buena conversación. Eso es lo que te pido que accedas a tomarte una copa conmigo.
——Bueno generalmente no acostumbro hacer este tipo de cosas pero hoy puedo hacer una excepción.
El Dux se levantó de la cama y fue al frigobar. De ahí sacó una botella a la que le quedaba una dosis para tres copas. Sirvió dos copas. Una a su próximo asesino y otra él. Alzó la copa al aire y dijo fuerte:
——Salud por la vida y por la muerte para que los que viven sigan siendo dichosos y los que mueren algún día tengan el perdón de nuestro señor. ¡Salud!
Los dos le dieron un trago a la copa.
——No creí que algún día pidieras perdón a Dios.
——Llega cierta edad en la que Dios entra a tu vida de una manera ú otra.
——Si tú lo dices.
Los dos le dieron el último trago a la copa y el Dux la puso en el suelo, luego se recargó bien en el sillón.
El Jaque se paro del lugar en el que estaba. Agarró bien su arma apuntando a su compañero y luego sólo apretó el gatillo dejando salir la bala que se incrustó en medio de las cejas del Dux. Se acercó a la botella y se tomó lo que quedaba y salió de la casa, se subió a su Jetta y se fue.
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