La oscuridad reinaba sobre la calle solitaria por la que transitaba solo el alma de un hombre que llevaba la cabeza gacha mientras fumaba un cigarrillo. Llegó a su casa donde había una fiesta, gente alcoholizada, drogada y el lo único que quería era llegar a dormir acompañado por la soledad pero cuando abrió la puerta de su cuarto su cama estaba ocupada por una pareja que le inyectaba el calor, que tiempo atrás esta había perdido.
Al ver al hombre parado juntó a la puerta, la pareja rápidamente se separó. La mujer que respiraba agitadamente se tapó con una sabana su escultural figura, dejando sólo al descubierto su tímido rostro, su cabello castaño y esos ojos verdes que tanto impactaron aquel hombre.
—¡largó! — gritó el hombre que estaba parado junto a la puerta.
La pareja se vistió rápidamente aunque el hombre no dejaba de admirar a la mujer, sus formas y la gracia con la que se ponía la blusa y el pantalón.
Se acostó cuando los amantes salieron de su cama y sentía el calor que hacía mucho tiempo no sentía.
El hombre no podía dormir por el ruido que producía la música y la gente borracha que gritaba a la menor provocación, así que decidió salir a tomar el aire. Caminó largo rato y llegó a un lugar en el que en cada esquina había una mujer fumando, con sus minifaldas y blusas provocativas. Llegó con una de ellas, le susurró unas palabras al oído, se subieron a un taxi y llegaron a un motel, él a sentir el calor de una mujer nuevamente y ella a ganarse un dinerito por fingir un orgasmo que ya no sabía como se sentía, después de tantos que disfrutó por algún tiempo. Ahora solo eran parte de una maldita rutina.
El hombre salió del motel y camino sin rumbo definido, se quedo dormido en la banca de una plaza hasta que lo despertó una mujer de rostro tímido, cabello castaño y ojos verdes.
—¿Qué haces aquí? — preguntó la mujer
—Parece que me quede dormido ¿verdad? —contestó el hombre mientras se apretaba la cabeza con fuerza.
—¿Te duele?
— Un poco.
—Necesitas algo de comer. Ven vamos a desayunar. ¡Yo invitó!
La mujer le extendió la mano y el hombre la tomo. Fueron a desayunar a un restaurante. El hombre mientras desayunaba no podía evitar lanzarle miradas a la mujer que tenía enfrente y admirarla. La mujer seguía callada, no sabía como iniciar la platica, recordaba que ella había invadido su cama y quería disculparse pero no encontraba la manera de hacerlo.
Cuando salieron de ese lugar la mujer le dio su número de teléfono y el hombre la invitó a que fuera esa noche a su casa.
La mujer llegó casi a la medianoche a casa de aquel hombre y empezaron a tomar unas cervezas que hicieron lo que no pudo el desayuno. Hacerlos hablar. El le confió la fascinación que tenía por ella y la mujer se disculpó por lo sucedido la noche anterior.
—No hay problema. Esa cama necesitaba ya el calor de una bella mujer como tu.
Los dos se veían a los ojos y cada vez se acercaban más para culminar en un prolongado beso que los hizo imaginar tantas cosas, al grado de llevarlas acabó en la cama de él y ahora también de ella.
El imaginaba que su cama no volvería a estar sola, ahora la tendría a ella hasta el día de su muerte y esa esperanza crecía al roce de sus cuerpos, al juntar sus labios y al llegar al orgasmo.
La puerta se abrió y un hombre juntó a esta los miraba lleno de cólera. Ella lo reconoció al instante, era el hombre con el que estaba en esa misma cama la noche anterior. Era su prometido. El hombre que estaba juntó a la puerta sacó un arma y le disparó a la mujer que cayó al otro lado de la cama. El hombre que tenía el arma al ver lo que acababa de hacer salió corriendo.
La oscuridad reinaba sobre la calle solitaria por la que solo caminaba un hombre con la cabeza gacha y fumando un cigarrillo. Llegó a casa, tenía ganas de dormir y al abrir la puerta de su cuarto observó un cuerpo que estaba tendido a lo ancho de la cama. Su tímido rostro, su cabello castaño y sus ojos plata.
“Pero no hay problema” solía decirse aquel hombre.
jueves, 31 de julio de 2008
lunes, 21 de julio de 2008
Con dedicatoria a ti.
Bueno este poema, en particular, me gusto un buen por que cuando lo leí me remitió a alguien en especial y creo que cuando lo lean lo mismo puede pasar, les recordara a alguien o a algo.
lo que más me gusto del poema es que, a mí parecer y sin ser experto en poesía, maneja tres tiempos: el presente, el pasado y el futuro. En primer lugar todo se desarrolla en el presente y de ahí se remite primero con nostalgía al recuerdo del pasado para después pasar a la esperanza del futuro. De un futuro que a lo mejor nunca llegara.
Otro elemento que me gusta es que recalca los dos tiempos (el pasado y el futuro) utilizando el "tu y yo".
Bueno ese es mi punto de vista que a lo mejor no comparten conmigo pero creo es buen poema y que disfrutaran el poema de Jesús Reyes.
Caricias perdidas
La suavidad de tus manos
recorrió todo mi cuerpo
como el delicado y fresco
roce del viento matutino.
En esos momentos todo
desaparecía y sólo
éramos tú y yo.
Mi cuerpo respondía
a tus caricias
como un lobo a la luna.
Y un intenso calor
recorría cada parte de mi ser.
Ahora esas caricias
se han convertido en fantasmas
que me atormentan por las noches.
Cada célula de mi piel
implora tu regreso
para ser, nuevamente,
sólo tú y yo.
Jesús Reyes.
lo que más me gusto del poema es que, a mí parecer y sin ser experto en poesía, maneja tres tiempos: el presente, el pasado y el futuro. En primer lugar todo se desarrolla en el presente y de ahí se remite primero con nostalgía al recuerdo del pasado para después pasar a la esperanza del futuro. De un futuro que a lo mejor nunca llegara.
Otro elemento que me gusta es que recalca los dos tiempos (el pasado y el futuro) utilizando el "tu y yo".
Bueno ese es mi punto de vista que a lo mejor no comparten conmigo pero creo es buen poema y que disfrutaran el poema de Jesús Reyes.
Caricias perdidas
La suavidad de tus manos
recorrió todo mi cuerpo
como el delicado y fresco
roce del viento matutino.
En esos momentos todo
desaparecía y sólo
éramos tú y yo.
Mi cuerpo respondía
a tus caricias
como un lobo a la luna.
Y un intenso calor
recorría cada parte de mi ser.
Ahora esas caricias
se han convertido en fantasmas
que me atormentan por las noches.
Cada célula de mi piel
implora tu regreso
para ser, nuevamente,
sólo tú y yo.
Jesús Reyes.
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